Cuando las tropas de Castilla ocuparon la ciudad, por
algún tiempo se tuvo cierta tolerancia para con musulmanes y judíos. Al principio
les fue permitido preservar sus religiones pero el hecho de que la mezquita
mayor de la ciudad –que a su vez estaba ubicada sobre la antigua catedral
visigoda- fuera destruida para ser reemplazada por una nueva catedral católica
es una clara muestra de que hay tolerancias más tolerantes y otras menos.
La nueva catedral fue el primer edificio de estilo gótico
de España y habría de ser por varios años fuente de inspiración para otras
tantas iglesias. Claro que, como todo en Toledo, se trata de un estilo gótico
con alguna que otra reminiscencia árabe.
Con
los reyes católicos –para variar- algunas de estas cuestiones empezaron a
cambiar. En 1492 (¿casualidad?) se expulsó a los judíos de la ciudad y las
pocas mezquitas y sinagogas que habían sobrevivido se transformaron en iglesias
y conventos.
Por
esa época Toledo, que era una de las más grandes ciudades de la península, se
convirtió en una de las sedes de las corte que itineraba por el país. Y cuando
la corte llegaba a la ciudad también se instalaban en el pueblo toda clase de
personajes. No sólo sátrapas, conspiradores, espías y aduladores. También había artistas que itineraban junto con reyes y nobles, pintándolos/as y, de paso,
haciendo algún que otro trabajito para las iglesias locales.
Entre
los muchos que llegaron a Toledo con la corte estaba el Greco, que decidió
instalarse en Toledo de forma permanente y no seguir yirando por el país como
bola sin manija. Como dato anecdótico, cuando los españoles cobraron conciencia acerca de la importancia histórica de la figura del Greco y quisieron construirle un museo pensaron en hacerlo en la casa donde había vivido. Sin embargo no quedaban registros de cuál era exactamente la casa que había sido suya. No hay problema. Compraron una y decidieron que, en adelante, sería esa la casa.
Hacia
principios del siglo XVI Toledo era, definitivamente, una de las ciudades más
importantes de la península ibérica y uno de los centros artísticos del renacimiento español. Por aquel entonces Madrid apenas figuraba
en el mapa y si los reyes tenían un castillo allí era porque (cuenta la
leyenda) era un lugar propicio para la caza de osos y jabalíes.
Claro
que eso iba a cambiar en los siglos siguientes. No me refiero únicamente a los
osos que, dicho sea de paso, fueron tan eficientemente cazados que no quedó
ninguno. En 1561 se estableció que Madrid fuera la sede principal
del gobierno español y lugar de residencia de la familia real. Podría decirse
que fue el comienzo de la decadencia de Toledo, que poco a poco comenzó a
estancarse mientra la no tan lejana Madrid crecía y prosperaba.
Como en tantos otros lugares, este pasado glorioso seguido
de largos siglos de estancamiento y decadencia tiene para los turistas un
costado más que positivo. Edificios que a fuerza de abandono y olvido se han
conservado en su estado original, murallas preservadas por la falta de crecimiento
de la población y cierto espíritu nostálgico que, lejos de ver en las viejas
construcciones estructuras vetustas y pasadas de moda, las reverencia como a
los testigos de un pasado más glorioso.
1 comentario:
Hermoso lugar, sin dudas
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