lunes, 25 de septiembre de 2017

Finde largo en Moravia: Brno

Quizás Brno no le suene mucho a nadie pero, así con nombre impronunciable y todo, es la segunda ciudad más grande de la república Checa (la más grande es Praga, obviamente) y la más importante de Moravia. ¿De qué? De Moravia, una de las tres regiones que componen la actual república Checa. El noroeste (donde está Praga) es Bohemia, el Sudeste es Moravia y un rinconcito chiquito del noreste es la Silesia. Digamos que Bohemia y Moravia son las dos regiones principales y Silesia, bueno, quedó casi toda del lado prusiano de la frontera (primero) y luego fue a parar a Polonia.

Oficialmente la primera mención histórica de la ciudad es del año 1243, cuando el rey de Bohemia le otorgó al pueblo (cuyo origen nadie sabe a ciencia cierta) ciertos privilegios (léase, exenciones de impuestos y derecho a organizar mercado).
El "Mercado de las Hierbas" aunque hoy son casi todas frutas, verduras y flores
Un siglo más tarde llegaron a la ciudad los primeros colonos, principalmente de diversas regiones de las actuales Alemania, Bélgica y Holanda. Como consecuencia, durante siglos -hasta la segunda guerra mundial- los germanoparlantes (incluidos los judíos, mal que les pese a los nazis) fueron mayoría en la ciudad. Por eso durante unos cuántos años la ciudad utilizó su nombre alemán: Brünn. Sí, ya sé, igual tampoco suena especialmente conocido.
Arriba, el Museo moravo y la catedral en el fondo. Abajo, otra vez la plaza del mercado con sus edificios históricos, la municipalidad nueva y la torre de la municipalidad vieja. 
A principios del siglo XVI, al igual que el resto del reino de Bohemia, Brno fue a parar a manos de los Habsburgo, o sea, fue semi incorporada a Austria. ¿Por qué semi? Porque oficialmente El reino de Bohemia era una entidad diferente del archiducado de Austria, pero eran gobernados por la misma persona desde Viena. O sea…
Durante la reforma protestante buena parte de la población se convirtió al protestantismo, lo que hizo que los Habsburgo actuaran rápidamente. Represión, palo y a la bolsa. Y por las dudas, con jesuitas y los capuchinos se instalaron en la ciudad como para que a todo el mundo le quedara claro cuál era la verdadera fe.
Casi un siglo después de la reforma protestante, las guerras de religión aún seguían pululando por el viejo continente. Otra vez sopa, la guerra de los treinta años hace su aparición en escena con ejército sueco y todo. Por raro que nos suene, hacia mediados del siglo XVII Suecia era una de las principales potencias y su belicoso rey no perdía oportunidad para sitiar y conquistar cuánta ciudad se le cruzara, ya fuera en Polonia, Alemania o la actual república Checa.
Durante estas campañas militares la ciudad fue sitiada en dos ocasiones. Durante el segundo sitio al que fue sometida –cuenta la leyenda- el general sueco que la asediaba estaba tan cansado del sitio que al final prometió que asediaría la ciudad hasta el mediodía de ese día y que si Brno no era derrotada antes de las doce, se marcharía (y se dedicaría a saquear algún otro lugar).
Arriba, una de las plazas céntricas. Abajo, la ópera.
Parece que con este ultimátum en la cabeza, los soldados suecos pusieron manos a la obra. Al fin de cuentas, tomar la ciudad significaba hacerse con algún botín. Si bien está claro que la mayor parte de la tarasca se la llevaban los oficiales, al final, el saqueo es el saqueo y todos trataban de manotear algo. Para las diez y media parecía que finalmente las defensas de la ciudad iban a ser finalmente vencidas y el pueblo capturado. Sin embargo Brno resistió y a las once mostraron que la viveza no es sólo criolla porque, de hecho, tocaron las campanas del mediodía una hora antes. Parece que los suecos, que andaban sin reloj, se creyeron el show, se dieron por vencidos y se retiraron.
Vistos desde la torre de la municipalidad vieja, los suburbios industriales y los monobloques de los sesenta también dicen (lamentablemente) presente en Brno.

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