Quizás Brno no le suene mucho a nadie
pero, así con nombre impronunciable y todo, es la segunda ciudad más
grande de la república Checa (la más grande es Praga, obviamente) y
la más importante de Moravia. ¿De qué? De Moravia, una de las tres
regiones que componen la actual república Checa. El noroeste (donde
está Praga) es Bohemia, el Sudeste es Moravia y un rinconcito
chiquito del noreste es la Silesia. Digamos que Bohemia y Moravia son
las dos regiones principales y Silesia, bueno, quedó casi toda del
lado prusiano de la frontera (primero) y luego fue a parar a Polonia.
Oficialmente la primera mención
histórica de la ciudad es del año 1243, cuando el rey de Bohemia le
otorgó al pueblo (cuyo origen nadie sabe a ciencia cierta) ciertos
privilegios (léase, exenciones de impuestos y derecho a organizar
mercado).
El "Mercado de las Hierbas" aunque hoy son casi todas frutas, verduras y flores |
Un siglo más tarde llegaron a la
ciudad los primeros colonos, principalmente de diversas regiones de
las actuales Alemania, Bélgica y Holanda. Como consecuencia, durante
siglos -hasta la segunda guerra mundial- los germanoparlantes
(incluidos los judíos, mal que les pese a los nazis) fueron mayoría
en la ciudad. Por eso durante unos cuántos años la ciudad utilizó
su nombre alemán: Brünn. Sí, ya sé, igual tampoco suena
especialmente conocido.
Arriba, el Museo moravo y la catedral en el fondo. Abajo, otra vez la plaza del mercado con sus edificios históricos, la municipalidad nueva y la torre de la municipalidad vieja. |
A principios del siglo XVI, al igual
que el resto del reino de Bohemia, Brno fue a parar a manos de los
Habsburgo, o sea, fue semi incorporada a Austria. ¿Por qué semi?
Porque oficialmente El reino de Bohemia era una entidad diferente del
archiducado de Austria, pero eran gobernados por la misma persona
desde Viena. O sea…
Durante la reforma protestante buena
parte de la población se convirtió al protestantismo, lo que hizo
que los Habsburgo actuaran rápidamente. Represión, palo y a la
bolsa. Y por las dudas, con jesuitas y los capuchinos se instalaron
en la ciudad como para que a todo el mundo le quedara claro cuál era
la verdadera fe.
Casi un siglo después de la reforma
protestante, las guerras de religión aún seguían pululando por el
viejo continente. Otra vez sopa, la guerra de los treinta años hace
su aparición en escena con ejército sueco y todo. Por raro que nos
suene, hacia mediados del siglo XVII Suecia era una de las
principales potencias y su belicoso rey no perdía oportunidad para
sitiar y conquistar cuánta ciudad se le cruzara, ya fuera en
Polonia, Alemania o la actual república Checa.
Durante estas campañas militares la
ciudad fue sitiada en dos ocasiones. Durante el segundo sitio al que
fue sometida –cuenta la leyenda- el general sueco que la asediaba
estaba tan cansado del sitio que al final prometió que asediaría la
ciudad hasta el mediodía de ese día y que si Brno no era derrotada
antes de las doce, se marcharía (y se dedicaría a saquear algún
otro lugar).
Arriba, una de las plazas céntricas. Abajo, la ópera. |
Parece que con este ultimátum en la
cabeza, los soldados suecos pusieron manos a la obra. Al fin de
cuentas, tomar la ciudad significaba hacerse con algún botín. Si
bien está claro que la mayor parte de la tarasca se la llevaban los
oficiales, al final, el saqueo es el saqueo y todos trataban de
manotear algo. Para las diez y media parecía que finalmente las
defensas de la ciudad iban a ser finalmente vencidas y el pueblo capturado. Sin embargo Brno resistió y a las once mostraron que la
viveza no es sólo criolla porque, de hecho, tocaron las campanas del
mediodía una hora antes. Parece que los suecos, que andaban sin
reloj, se creyeron el show, se dieron por vencidos y se retiraron.
Vistos desde la torre de la municipalidad vieja, los suburbios industriales y los monobloques de los sesenta también dicen (lamentablemente) presente en Brno. |
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