Cuando
los romanos llegaron a la zona en la que actualmente se encuentra Toledo no se
encontraron -como nosotros- con una estación de trenes de estilo marroquí. Sin
embargo, lo que hallaron también les generó cierta sorpresa: se encontraron con
un desafío. Una ciudad de origen celta que se encontraba fuertemente amurallada
y lista para resistir sus embates. Bueno, no tan lista en realidad ya que a la
larga lograron capturarla, pero sólo después de un largo sitio.
Ya
bajo control romano desde el año 193
A .C, la ciudad fue denominada Toletum (ningún misterio
por aquí) y se convirtió en un centro metalúrgico de cierta importancia. Es
curioso porque aún hoy es un centro productor de espadas y armaduras, aunque
tengan por destino más a los turistas y amantes de la edad Media que a los
ejércitos romanos.
Claro que hoy la ciudad no muestra un perfil especialmente
romano más allá de unas pocas ruinas. Bajo tierra quedan restos de baños y
acueductos pero no mucho más. Y es que quinientos años más tarde la ciudad fue
conquistada por las primeras tribus de germanos que incursionaron en la
península ibérica. Los alanos primero y los visigodos después, que la
transformaron en la capital de su reino en el año 418.
Por aquella época Toledo ya era una de las más
importantes, sino la mayor, de las ciudades de lo que hoy es España.
A pesar de que quedan aquí y allá algunos vestigios de
estilo románico de esa época, la ciudad volvió a pasar de manos en el año 711
cuando la ocuparon las tropas del califa de Córdoba.
Como todo conquistador que acaba de birlarle algo a su vecino, el califa trató de asegurarse de que
nadie le robara su nueva joya. Las defensas de la ciudad fueron reforzadas y
nuevos muros y puertas fueron construidos.
Entre el 711 y el 1085, cuando la ocupó el rey de Castilla
y León, Toledo se encontró bajo dominio árabe y las pruebas se ven a simple
vista. Basta con pasear por la ciudad vieja. Es evidente también en el estilo
de las fortificaciones y de las puertas de las murallas.
Durante esos más de cuatrocientos años Toledo profundizó
cierta tradición interreligiosa. Durante la época visigoda junto a los
cristianos había habido en el pueblo una población judía relativamente
numerosa. Con la llegada de los árabes este carácter se amplió ya que a las dos
religiones tradicionales del lugar se sumó el Islam.
Como consecuencia, por cerca de cuatrocientos años convivieron en Toledo musulmanes, cristianos y judíos, claro que no sin tensión ni conflictos.
1 comentario:
La estación de Toledo es neomudéjar,de 1919, no estilo marroquí, ese estilo no se conoce en España.
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