Por
si no lo sabías, en Alemania hay algo que, a
falta de mejor nombre, recibe el de "Ruta Romántica". No
es que esté poblada de edificios románicos ni que haya historias
de amor en todas sus paradas. Eso si es que las hay en alguna. No...
Semejante nombre no tiene que ver ni con la historia ni con la literatura. En abosluto. Es tan sólo el fruto de la mente trasnochada de
un/a empresario/a turístico que, tratando de bautizar el recorrido
que imaginó, no dio con un nombre mejor.
El
recorrido en cuestión va desde Frankfurt hasta Füssen, en los Alpes
bávaros, pasando por Würzburg, Munich y quichientos mil pueblos
más. Obviamente, para hgacer el recorrido entero y parar en todas hace falta -cuando no- no sòlo dinero sino también, tiempo. No teniendo tanto ni de uno ni de otro, decidimos limitar nuestro
recorrido de la ruta a Franconia, la región norte de Baviera.
Franconia es bastante conocida por sus vinos (que hasta tienen una
botella con una forma típica que le es propia). Por su parte, los/as francones/as están muy orgullosos de la región, motivo por el cual -siempre que pueden- tienen, además de las banderas de Alemania y
Baviera, la roja y blanca de Franconia. Si te ponés a
hacer cuentas te vas a dar cuenta de que (casi) cualquier edificio
gubernamental puede tener más banderas que un cinco estrellas.
Tienen la de la Unión Europea, la de Alemania, la de Baviera, la de
Franconia y, para rematar, la de la ciudad...
Yendo de una vez por todas a Würzburg, cuenta la leyenda que Würz viene de Gewurz, que significa especia o condimento. Burg es
castillo o ciudad amurallada. 1+1=2. La ciudad amurallada de las
especias.
Más
allá de las especias, en Würzburg se encuentra la fortaleza de
Marienburg, que así como la ven, fue primero una fortificación
celta y luego romana. Después llegaron (¡horror!) los bárbaros... Principalmente en la forma de las mil y un tribus germánicas. Entre ellas, la de los francos que, como ya imaginarán, dieron su nombre a la región y a Francia.
Igual me adelanté unos cuántos siglos. Pero era para aclarar sólamente que, invasión va, invasión viene, la fortaleza fue cambiando, ampliándose y aggiornándose sucesivamente, con lo que de la apariencia original ya no queda nada.
Después de la caída del imperio romano el pueblo no desapareció -como muchos otros- y siguió prosperando. Tal es así que en el año 686 llegaron los primeros
misioneros para cristianizar Würzburg. Sí, hasta entonces el cristianismo había permanecido bastante ajeno a los germanos, por lo que un grupo de misioneros irlandeses (sí, tal como lo leés) llegaron para cristianizar
Würzburg: Kilian, Kolonat y Totnan. Es por esto que la catedral
lleva el poco germánico nombre de St Kilian.
Hablando
de la catedral, edificio actual fue construido entre el 1040 y el
1225 sobre los restos de una iglesia consagrada en el año 788 por
Carlomagno, quien se ve que estuvo fundando, construyendo y
consagrando iglesias a lo pavote al por mayor a lo largo de sus dominios.
Hacia
el siglo XIII los obispos de Würzburg se transformaron en
Príncipes-Obispos, es decir, se convirtieron en señores feudales y
fueron responsables de la defensa y la administración de justicia. O
sea, tuvieron un ejército, cobraron impuestos y oganizaron su propio
(proto) estado.
Parece
que los habitantes de würzburg no estuvieron del todo satisfechos
con el gobierno de los Príncipes-Obispos y se rebelaron en sucesivas
ocasiones a lo largo de los siglos.
Mucho
antes de que Harry Potter hiciera de las suyas, a principios del
siglo XVII hubo una serie de juicios por brujería y hechicería en
los que fueron condenadas (y quemadas) entre 600 y 900 personas. En
su gran mayoría se trató de mujeres.
En
1631 la ciudad fue tomada por los suecos en medio de la guerra de los
treinta años. Cuenta la leyenda que fue la única ocasión en la que
Marienberg fue tomada en un asedio.
En
1720 los Príncipes Obispos comenzaron la construcción de la
Residencia. La Residencia episcopal, se sobre entiende. Porque un príncipe-obispo no puede vivir en una fortaleza militar, lejos del glamour y el encanto que experimentaban as florecientes cortes europeas.
Setenta
años más tarde, Revolución Francesa mediante, la residencia
comenzó su largo traspaso de manos. Con cada batalla la zona pasaba
de de un lado al otro; a Baviera, a la iglesia de vuelta, al gran
duque de Würzburg y, finalmente, de vuelta a Baviera.
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