A
la hora de indagar sobre el origen de las ciudades suele haber dos
situaciones bien diferenciadas. O bien se sabe día y hora de la
fundación, nombre y apellido del fundador (o fundadora) y se cuenta
con una serie de datos relativamente fidedignos. O bien carecemos de
datos exactos y debemos hacer caso de historias fantásticas que
involucran seres míticos y divinidades como si fueran lo más normal
del mundo. El primero es el caso de muchas de las ciudades coloniales
americanas. Sobra decir que Roma está, claramente, en el segundo
grupo.
Para
la época de Julio César ya estaba claro que Roma no era una ciudad
del montón. Desde sus orígenes casi olvidados allá en el siglo
VIII a.C. hasta el siglo I a.C. la ciudad había crecido y ampliado
su poder e influencia. Y claro, necesitaba una fundación acorde. Sí,
ya sé, la ciudad ya había sido fundada. Pero la ventaja de la
literatura y las leyendas es que pueden fundar ciudades
retroactivamente. Así las cosas, el poeta Virgilio se dedicó a
darle a Roma un origen digno de una ciudad que conquistó el mundo
Mediterráneo.
Si
le hacemos caso a Virgilio tenemos que remontarnos unos cuántos
miles de años. Todo comenzó algún tiempo atrás en
la isla del sol
en la mismísima guerra de Troya. Tras diez años de combates, peleas
y escenas de celos, los griegos parecen reconocer su derrota y
abandonan Troya, dejando como obsequio el famoso caballo (de Troya).
Hasta acá, todo bien. En Troya todos se felicitan por haber
soportado el asedio griego y deciden contra todo buen sentido, entrar
el caballo, que claro, es muy grande y no pasa por la puerta, así
que derriban parte de las murallas.
Aparentemente
hay dos personas a las que el caballito de madera les huele a pescado
podrido. Una es Casandra, una de las hijas del rey de Troya que posee
el don de la adivinación. Es sabido que, entre otras cosas, los
dioses griegos son también bastante jodidos
complicados y actúan de modo misterioso. Y si te dan algo con una
mano, lo más probable es que te lo quiten con la otra. Casandra
recibió el don de la adivinación y como todo se paga, a cambio los
dioses decidieron que nadie le creería. Y sí, saber cuesta. En el
caso de Casandra, digamos que bastante caro.
El
otro personaje que detectó un cierto tufillo en el asunto del
caballo es Eneas, un príncipe guerrero que estaba casado con otra de
las hijas del rey de Troya. Es sabido que en Troya no había ni tele
ni mate, razón por la cuál abundaban los príncipes y princesas. En
fin, Eneas es valiente, previsor, testarudo y aguerrido. Por
supuesto, como es el héroe de la Eneida, obviamente, debe salvarse.
De hecho, mientras sus compatriotas comienzan a celebrar el fin de la
guerra, Eneas decide tomarse
el buque
realizar una salida digna. Toma a su hijo Iolus/Ascanio (de quien
Julio César decía descender), a su esposa y a su padre y se dispone
a abandonar la ciudad. Claro que para entonces ya es evidente que lo
del caballo es una trampa. La ciudad entera se ve rápidamente
invadida por cientos de soldados griegos que se abalanzan sobre los
troyanos semiborrachos y se dedican al saqueo y demás bondades de
las campañas militares de ayer (y de hoy). Como Eneas es un héroe,
sale de Troya empuñando su espada, abriéndose paso entre las hordas
de soldados griegos, con su padre a acuestas y su hijo a rastras.
Imaginarán que hay un pero. Ya sea por negligencia o por falta de
manos, en el camino se le pierde la esposa. Mala suerte, ya habrá
tiempo de buscar otra.
Para
no ser menos que Ulises, que tardó veinte años en regresar a su
casa (10 en la guerra y 10 más en el viaje de vuelta), Eneas, su
padre y su hijo tardaron treinta años en establecerse en algún
lugar. Luego de mil y una aventuras llegan a Italia, donde se afincan
entre distintas tribus de latinos. Eneas se casa con la hija del rey
de los latinos que se llama, sorpresa, Latino. Sí, sí, muy
autoexplicativo, hay que reconocerlo. “Hola,
Soy Latino, rey de los latinos”.
3 comentarios:
¿Qué se decía antes de Virgilio sobre la fundación u origen de Roma?
Mmm... Es un buen punto, la verdad, no tengo ni idea. Habrá que ponerse a investigar un poco...
Bondades de viajar en micro con wi-fi y sin mucho que hacer... Aparentemente Virgilio no hizo más que armonizar y enriquecer varias leyendas que circulaban en su época. Alguna señalaban que Eneas mismo había fundado la ciudad y otras que Rómulo sería su nieto. En otras versiones son los hijos (o nietos) de Ulises quienes fundan Roma y hasta un hijo de Saturno. La cuestión de la loba amamantadora aparece en muchas versiones, como así también la relación con la guerra de Troya (de ambos bandos) y con Latino, rey de la latinos.
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