Mientras
tanto, Ascanio -que ya contaba con edad de afeitarse y que tenía sus
propios planes- decidió que algo tendría que hacer con su vida.
Estando claro que él no se hallaba en la línea sucesoria para ser
rey de los latinos decidió marcharse y fundar su propia ciudad.
Claro que no se alejó tantísimo sino más bien un par de kilómetros
donde fundó la ciudad de Alba Longa, de la que fue su primer rey.
Los/as
hijos/as de Ascanio/Iolus prosperaron y por cerca de cuatrocientos
años todos fueron felices. Esto, claro está, no podría durar por
siempre. Para variar, el origen de la discordia está dado por la
pelea de dos hermanos. Bueno, más que una pelea entre dos hermanos
se trata de un hermano menor, Amulio (no pregunten de dónde sacaban
los nombres porque no lo sé), que destrona a su hermano mayor y lo
encarcela. Para asegurarse de que nadie intente destronarlo, hace
asesinar a todos sus sobrinos varones. Sí, de golpe y plumazo. Y,
por las dudas, hace que su única sobrina mujer, Rea Silva -qué
nombre, mamita- sea consagrada virgen vestal. Como sacerdotisa
virgen, claramente no podría tener hijos/as, así que por ahí
también se cerraba la posibilidad de que quisieran derrocarlo.
Claro
que las cosas siempre pueden dar un giro inesperado en este tipo de
leyendas. En este caso, a través de Marte, el dios de la guerra,
equivalente del Ares griego. Marte se enamoró de Rea Silvia (quien,
a pesar de su nombre jamás habría estado en más prisión que la
que suponía el templo) y la raptó. No hace falta que diga lo que
ocurrió. Imaginarán que con la puntería que tenían los dioses
para este tipo de situaciones, ella quedó embarazada. De algún modo
–no me pregunten cual porque no lo sé- se las arregló para
mantener su embarazo en secreto hasta el parto. ¿Les sorprendería
saber que tuvo mellizos? Rómulo y Remo.
Cuando
su tío se enteró, obviamente tomó a los mellizos y se los entregó
a uno de sus secuaces para que los matara. Siguiendo (¿o
inspirando?) la larga lista de clichés del que esta leyenda está
plagada, el responsable de asesinarlos, viéndolos tan pequeños,
inocentes e indefensos no pudo matarlos. Como suele ocurrir en estos
casos, los abandonó en el bosque y ya. Allí los encontró una loba,
Luperca (sí, la loba tiene nombre) que los amamantó y -junto a un
pájaro carpintero- los cuidó y alimentó. Se supone que la loba y
el pájaro carpintero eran los animales sagrados de Marte. Lo de la
loba lo entiendo, pero por qué un pájaro carpintero sería un
animal consagrado al dios de la guerra es otro dato que ignoro. La
cuestión es que entre ambos animales se encargaron de que los
mellizos siguieran vivos. Supongo que por cuestiones de marketing, la
loba que los amamanta tuvo más éxito que el pájaro carpintero así
que ella pasó a la historia y él quedó semi olvidado.
Incorporando
un nuevo cliché a la historia, un día un pastor encontró a los dos
bebés siendo amantados por Luperca. Asombrado por la forma en la que
la loba los cuidaba decidió tomarlos y criarlos como si fueran sus
propios hijos. El pastor hizo cuentas y dedujo que hermanos
mellizos+loba+pájaro carpintero=hijos de Marte y Silvia. Para
protegerlos, sin embargo, no les dijo nada hasta que fueron
mayorcitos de edad.
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