lunes, 12 de marzo de 2018

Dos semanitas en Italia: Siena II

La república de Siena tuvo desde esta época dos grandes series de conflictos. O tres. Dentro de la ciudad había una constante tensión entre los sectores más ricos y las clases populares. Por otro lado, la ciudad mantuvo una serie de enfrentamientos con los señores feudales de los alrededores, que en general fueron en mayor o menor medida mantenidos a raya. Finalmente, el crecimiento de Siena la llevó a entrar en conflicto con la otra gran ciudad de la región; Florencia. Florencia y Siena terminaron haciendo lo que hacen las ciudades rivales en situaciones similares. Cada vez que había un conflicto, cada una apoyaba a bandos opuestos. Si una se aliaba con el papa, la otra lo hacía con el emperador. Y viceversa.
Por cerca de quinientos años Siena se vio involucrada en una serie de conflictos bélicos en los que el emperador, el papa, Florencia, la liga de las ciudades lombardas, el rey de Francia, el rey de Nápoles y vaya a saber uno quién más se declaraban la guerra unos a otros cambiando cada tres minutos de aliados y enemigos. En todo este panqueque de alianzas y de enemigos intercambiables la única constante fue que si Florencia estaba en un bando, Siena estaba en el otro.
En el siglo XVI la ciudad sufrió una derrota decisiva que selló su suerte. Siena fue tomada por un ejército de tropas imperiales aliadas con su archirival de siempre. Como por la época el emperador tenía (muchos veces producto de las mismas guerras) una deuda importante con los Médici, decidió saldar parte de la misma entregándoles Siena. Sí, así nomás.
El dominio florentino suposo para Siena el comienzo de otro largo letargo. Como en tantos otros lugares, a esta situación debemos que la ciudad conserve muchos de sus encantos ya que, se dice, aún hoy luce como lo hizo en el siglo XVII.

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