La gente del país de
allá abajo no tardó en rebelarse. En el siglo XVI, entre impuestos, reforma
protestante, invasiones e inquisición mediante, los holandeses ganaron su
independencia de los Habsburgo españoles y establecieron su capital aquí, en Ámsterdam,
que pronto se hizo famosa por su relativa
tolerancia religiosa y su libertad de prensa en un época marcada por las
persecuciones y la censura.
La
ciudad creció más allá de sus canales y pronto se hicieron necesarios nuevos
canales que cumplieran la doble función defensiva y facilitadora del comercio.
Un
siglo después Ámsterdam entraba de lleno en su edad de oro, cuando su puerto vinculaba los mercados del Bálticos
con India, Indonesia, Sudáfrica y América. Como resultado Ámsterdam se
convirtió en el mayor centro financiero del mundo y el centro de un rico
emporio comercial.
Pronto
los ciudadanos más ricos comenzaron a construir nuevas y más lujosas
residencias. Ámsterdam desarrolló su propio estilo de construcción, el renacentista holandés. No tiene mucho
que ver con lo que imaginamos cuando pensamos en el Renacimiento, es cierto,
pero no deja de tener lo suyo.
Nuevos
canales, más comercio, nuevos productos. Especias, telas y hasta tulipanes, que
generaron la primera burbuja especulativa del naciente mundo de las finanzas.
Mientras
tanto, en Europa algo estaba
ocurriendo. En Inglaterra la revolución industrial comenzaba a generar un nuevo
tipo de capitalismo y el eje del poder estaba cambiando. Las Provincias Unidas,
como se conocía a los Países Bajos en aquella época, estaban en un posición
estratégica, cuando menos, complicada. Ensanguichadas
entre el Saco Imperio y Francia, chocando con Inglaterra y Francia por el
control de América del Norte, La India y Sudáfrica, las Provincias Unidas se
involucraron en una serie de guerras que fueron perjudicando su situación hasta
llegar a la ocupación francesa del país durante las guerras napoleónicas.
La
arquitectura también dio cuenta de esta situación, ya que muchos arquitectos
holandeses comenzaron a fusionar su estilo con el de las modas que venían de
París.
El Rijksmuseum, algo así como el museo nacional de Holanda |
El
siglo XIX marcó una nueva edad dorada marcada por la industrialización de la
ciudad, la construcción de nuevos edificios públicos y privados y la aparición
de los primeros medios públicos de transporte.
La estación de trenes de Ámsterdam |
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