jueves, 27 de abril de 2017

Portuguesa retroactiva

A pesar de haber terminado mi curso B2 de alemán hace ya medio año, cada tanto aún nos reunimos o mantenemos cierta comunicación con algunos/as de mis compañeros/as. No todos/as, claro, pero sí algunos/as.

Como imaginarán, más allá de ponernos al corrientes de nuestras aventuras y desventuras, también solemos acordarnos de ella, la portuguesa, también conocida la señora de la cartera fucsia. Es cierto que nunca la invitamos a las juntadas pero no menos cierto es que cuando pasamos una hoja en blanco para hacer una cadena de mails, ella se limitó a escribir su nombre con sus tres apellidos, a firmar la hoja y ya.

Uno de los misterios más grandes referidos a la portuguesa es, imaginarán, el estado de su salud mental. Las preguntas más frecuentes son ¿es o se hace? ¿es una actriz tratando de meterse en la piel de un personaje? ¿qué gana yendo a una clase en la que no parece entender mucho? ¿qué anota en su cuaderno? ¿qué sustancias consume?

Para Justina, nuestra compañera polaca, la portuguesa es una fabuladora total. Alguna vez hasta me preguntó si yo creía que realmente fuera portuguesa. No soy un experto, pero lo cierto es que su portugués suena nativo. Y yo no lo dudaría. Ella domina el idioma. Sin embargo con otras cuestiones Justina es más escéptica. Si esta ella abogada, entonces yo soy la presidenta de Polonia, dijo, e inmediatamente aclaró; y les puedo asegurar que a la hora de votar, los polacos son más machistas que los estadounidenses...

Es divertido porque me he dado cuenta de que la portuguesa sigue siendo un tema recurrente. No sólo con mis compañeros/as de curso. También con Diego e incluso con Susanne. Con ella nos juntamos una vez por semana a hablar en alemán y en español. Nos conocemos desde hace más de un año y salvo alguna que otra vez, en general hemos mantenido la regularidad de nuestros encuentros. Susanne trabaja para una empresa que a su vez es empleada por una compañía de seguros. Ella está en el área de atención telefónica de la gente que contacta a su seguro por algún problema. A veces recibe consultas tan extrañas y delirantes que la hacen pensar en que se trata de un control interno de calidad, o algo por el estilo. Su hipótesis inicial era que la portuguesa era, en efecto, algo así. Una suerte de estudiante impostora enviada para comprobar la calidad del curso y la reacción de docentes y estudiantes ante los desplantes más inimaginables.

Esto dio pie a la hipótesis de la socióloga ¿Puede ser la portuguesa una investigadora que trata de estudiar las reacciones grupales? La idea parece un poco descabellada, es cierto, pero, sin embargo, no puedo imaginar un mejor disfraz. Además, quién podría sino -en su sano juicio- decir en una clase (multicultural) de alemán decir que Donald Trump le parece simpático (¡simpático!¡no ridículo sino simpático!) y que le gustaría que alguien similar fuese presidente de su país...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso o es un personaje de ficción.
Lo que cuesta imaginar, si es real, es cómo se maneja en las demás áreas de la vida si parece no registrar lo que sucede a su alrededor. ¿Cómo logró inscribirse? ¿Asistir en los días correctos? ¿Rendir algún examen? ¿Llegar hasta allí?
Puede ser que sigan hablando de ella un largo tiempo todavía.
Saludo

Anónimo dijo...

Mi estimado amigo Nicolás, ¿ha intentado Ud averiguar un poco más de esta señora colocando su nombre en el buscador Google?
Lo interesante es que genera muchos temas de conversación en las reuniones, y también en este blog. Agradecidos estamos.

Nicolás dijo...

Aparentemente el hijo vive acá. Pero, además, hay otras dos cuestiones. Una es que siempre podés encontrarte con alguien de tu país que te dé una mano. En ese sentido las comunidades siempre tienen puntos de encuentro o espacios a los que acercarse. Por el otro lado, en estos lugares, con un poco de ganas, siempre encontrás a alguien que hable o chapucee un poco de algún idioma que entiendas o hables. Al final, con buena voluntad no es difícil.

Mmmm... la verdad es que nunca la busqué en nada. No sé, me parece un poco mucho. Creo que es un poco lindo dejarle algo del misterio que la rodea ;)

Anónimo dijo...

Tiene su gracia eso de no saber si es una persona "de verdad".