Aunque
(casi) nadie lo sepa, tanto la ciudad de Elsinor como el castillo de Kronborg
deben ser dos de los lugares más representados en el teatro. ¿Que por qué?
Elemental, mi querido Watson, porque conforman el escenario en el un tal William Shakespeare decidió ubicar la acción de Hamlet. Claro que no se sabe a
ciencia cierta si Shakespeare estuvo aquí o no ni por qué eligió este castillo.
Pero a esta altura a nadie parece preocuparle mucho el tema. Es el castillo de
Hamlet y ya.
Por
supuesto que la familia real danesa no lo construyó para que Shakespeare
pudiera ambientar Hamlet. Ante todo el castillo tuvo dos finalidades, ser
residencia una real y, sobre todo, tener presencia militar efectiva en el lugar.
Dinamarca
exigía el pago de un peaje a quienes quisieran ingresar (o salir) del mar
Báltico. Siendo que no había para la época muchas opciones, los barcos que iban
(o venían) del mar del Norte al Báltico se enfrentaban a una clara disyuntiva.
O pagaban o trataban de burlar los controles. Parece que como esta segunda
opción fue bastante frecuente, el rey de Dinamarca decidió en 1420 construir
este castillo desde el que se controla toda el área ya que se alcanza a ver la
costa de Suecia (que para aquella época también era de Dinamarca) y los barcos
quedan al alcance de unos cañoncitos que invitaban amablemente al pago del
peaje o, en caso negativo, al ataque y previsible hundimiento, de las naves.
Cien
años después Kronborg fue remodelado en el estilo renacentista del Báltico (acá
hay nombre para todo) y ampliado hasta convertirse en la mayor fortaleza de la
época. Lamentablemente, como todo parece ser relativamente cíclico, otros cien
años después buena parte de la fortaleza ardió en un incendio.
La
fortaleza se reconstruyó rápidamente debido a su función militar pero los
interiores del palacio quedaron para
después. El para después significó
que año tras año aparecía otra cosa en qué gastar el dinero. Para desgracia de
Kronborg ya había otra residencia que se había convertido en la predilecta de
la familia real danesa. Al fin y al cabo, los reyes no necesitaban vivir en
cada una de las fortalezas del reino, menos en una que para el siglo XVIII se
había convertido en la primera línea de defensa frente a Suecia, que acababa de
conquistar Malmö y alrededores, echando a los daneses de la península
escandinava.
Junto a Kronborg se encuentra el pueblo de Elsinor, que parece salido de una de esas latas de galletitas danesas que en la década de los noventa estaban en (casi) todos los supermercados argentinos. Hablando de galletitas danesas y de sus latas, en ningún supermercado danés pudimos dar con nada que se le pareciera. Un misterio más.
3 comentarios:
Como siempre, muy lindos lugares. ¿Ese castillo es enorme? Es la sensación que producen las fotos.
Sí, el castillo es enorme. En algún momento fue el castillo más grande de Escandinavia. O eso decían en los carteles informativos.
¿Al final las galletas danesas no son danesas?
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