jueves, 1 de junio de 2017

Encuentre las siete diferencias: el fin de semana

Número uno. Los horarios.
Como en todo, hay excepciones pero en general todo el mundo se levanta más o menos a la misma hora que de costumbre (adolescentes excluidos). Nadie se queda horas y horas en la cama, por lo que el ritmo de vida no se ve muy alterado respecto de los días de semana. Eso no quiere decir que a las ocho de la mañana todo el mundo esté fuera, por supuesto. Como no hay que trabajar, en general se aprovecha para preparar un desayuno más rico, más suculento o algo. Y para desayunar en familia o, en su defecto, de modo más relajado que el usual.

Número dos. El Brötchen.
Sábado y domingo a la mañana las panaderías abren temprano (seis o siete, ocho como tardísimo) porque lo habitual es el fin de semana desayunar con pan calentito del día. Así que tempranito la gente se levanta, se viste y va a comprar sus pancito (Brötchen) a la panadería. Y si hay algo más alemán que desayunar temprano los fines de semana es desayunar temprano con multitud de panes diferentes (en lo posible, más de la mitad de las variantes tienen que ser negras y/o incluir algún tipo de semilla) y acompañarlos con quesos, tomate, fiambres, mermeladas y nutella.

Número dos. Actividades.
De nuevo, no me animaría a decir que no hay excepciones pero… hacer nada, lo que se dice NADA no está del todo bien visto. Habrá quien aproveche para hacer las compras, estudiar algo, hacer deporte, trabajar en el jardín, pintar la casa, limpiar (¡y ventilar!), ordenar o reparar algo. Irse a caminar, salir a andar en bici. ALGO. Quedarse en la cama mirando tele, reflexionar sobre la inmortalidad del cangrejo o pasar horas sacándose la pelusa del ombligo no parecen ser opciones dignas de un fin de semana. Algo hay que hacer.

Número tres. Trekking.
A la mañana temprano y a última hora de la tarde, las estaciones de tren y las paradas de tranvía y colectivo asisten al show de la partida y el regreso de alemanes y alemanas de todas las edades que salen a hacer algo al aire libre. Parten rumbo al parque, la montaña o el campo, dispuestos/as a pasar un día caminando, andando en bici o lo que fuera. Y en esto no hay discriminación ni por sexo, género o edad. Con o sin bastones de trekking, con cochecito todo terreno, con mochilas e indumentaria para todos los presupuestos, los/as que aprovechan el finde para caminar al aire libre son, en estas latitudes, multitud. En verano e invierno.

Número cuatro. Escapadas.
En dos horas y medias de tren es posible llegar a Wroclaw (en Polonia), en dos se puede estar en Praga o Berlín. En una hora, en Leipzig. La cantidad de lugares que hay en distancias accesibles hacen que cualquier fin de semana te puedas hacer una escapadita a algún lugar interesante. Y si es un finde largo o te podé tomar uno o dos días de las vacaciones, el abanico de posibilidades se amplía hasta llegar a niveles insospechados. Es cierto que no todos los destinos que se encuentran a menos de tres horas de Dresden son lugares paradisíacos, pero no menos cierto es que aún hay bastante de dónde elegir y que no son pocos los lugares que tienen su encanto.

Número cinco. Etiqueta.
Que sea fin de semana no significa que haya que relajar la etiqueta. Aplica especialmente para la gente mayor. Ir al teatro, al cine, a misa a la mañana o a almorzar a un restaurante parecen ser compromisos que para algunos/as parecen requerir cierta formalidad. Y así, el fin de semana no son pocos los hombres que andan de saco y corbata o las mujeres con vestido y tacos.

Número seis. El asadito.
De más está decir que el asado propiamente dicho como evento social y oportunidad para zamparse medio kilo de carne (de verdad vaca) no existe. En verano, eventualmente, puede haber quien haga un grill party o algo por el estilo. Puede llegar, incluso, a invitar a amigos y todo. Pero, perdón, eso no es un asado. Está muy bien tener el chulengo espacial pero tirar una especie de briquetas que se encienden en dos minutos y cocinar en cinco minutos unos wurst y unas fetas de carne (de cerdo o pavo) que te venden ya condimentadas, no es hacer un asado. Definitivamente... No hay hacer el fuego, esperar a que se hagan las brasas, cocinar a fuego lento, picar algo mientras la carne se cocina… Ni hablar de la calidad (o precio) de la carne. Menos que menos de los cortes. Y si te gustan los chinchulines, olvídalo.  Y ya que estoy con las cosas que no son hacer un asado, dejar la carne cruda en el medio ¡menos que menos! 

Número siete. La siestita.
Este punto también es controversial porque, como en todos lados, la siesta tiene sus amigos y enemigos. Sin embargo, me animaría a decir que, en general, es bastante menos popular que en Argentina. De nuevo, puede que me equivoque pero –salvo con los bebés- en general el hábito de la siesta (y el silencio sepulcral entre las 13/14 y las 15/16) parece ser más bien excepcional. Digamos que el hábito más frecuente pareciera ser levantarse temprano, acostarse temprano y no dormir durante la tarde.  

YAPA: Las compras del domingo
Si querías ir el domingo al super, al easy (o el supermercado de la construcción que fuera), al Shopping a ver una película y tomarte un café, renunciá ya mismo al plan. O lo programas para el sábado o esperás a la semana siguiente. Supermercados (salvo unas pocas excepciones, normalmente los que están en las estaciones de tren), hipermercados, negocios de productos para el hogar y centros comerciales están -sistemáticamente- cerrados los domingos. Quizás para alguien pueda resultar un poco molesto pero, en el fondo, no está nada mal.

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