A
pesar de que el nombre de este pueblo no le suene a (casi) nadie, con más de
mil años de historia, es una de la ciudades más antiguas de Dinamarca, además
de haber sido su capital entre el siglo XI y el año 1443. ¿Cómo? ¿pensabas que
Copenhague siempre había sido la capital del reino? Nop.
Según
el obispo Adam de Bremen (me encanta porque acá se empiezan a entrelazar todas
las ciudades que visitamos) la ciudad fue fundada por Harald Diente Azul (no
quiero imaginar el origen del apodo) en el año 980.
Pero,
al parecer, lo que hizo Harald fue renombrar un puerto que ya existía y
construir una capilla y un castillo en lo alto de una colina junto al puerto.
Claro que no podemos a ciencia cierta decir sí o no a esto o aquello. Además,
convengamos que podemos seguir viviendo sin saber exactamente cuándo fue
fundada Roskilde.
En
el año 1020, el rey Canuto (otro más acerca de cuyo nombre es mejor no
preguntar mucho) elevó la iglesia a la categoría de catedral, transformando a
Roskilde en el primer obispado de Dinamarca.
Como
ya no daba ser el único obispado del país y tener una iglesia de madera, el
obispo Absalon (pavada de nombre) decidió construir una catedral más grande de ladrillo (toda una tendencia en la época) y piedra. El edificio se terminó en el año 1275 y se convirtió en el modelo para
muchas de las posteriores iglesias de Dinamarca.
Por
desgracia para Roskilde, cuando los reyes de Dinamarca abandonaron el castillo
de Roskilde para establecerse en Copenhague, comenzó una larga decadencia que se acentuó a través de las
ocupaciones suecas, la peste negra y una serie de sucesivos incendios.
Recién
en el siglo XIX la ciudad comenzó a deshacerse de la modorra milenaria cuando
se aceleraron las comunicaciones con Copenhague. La línea de tren que la
conectó con la capital volvió a poner a la ciudad en el mapa.
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