sábado, 15 de julio de 2017

Modernismo a la catalana

El modernismo catalán es la denominación historiográfica de un estilo principalmente arquitectónico (ejém) aunque también de pintura, escultura, diseño y decoración. Se supone que una de las gracias del modernismo fue, entre otras cosas, dejar de tomar el diseño y la decoración como disciplinas accesorias e integrarlas a la hora de pensar en espacios y ambientes. Creo que se nota.
Arriba, el arco del Triunfo. Abajo, la ex fábrica Casa Ramona. 
Aunque es parte de una corriente general que surge en toda Europa (será el modernismo aquí, el art Nouveau más allá, el Jugendstil un poco más lejos, Sezession en las tierras de lo que era el imperio austrohúngaro y así sigue la lista…) en Cataluña el modernismo adquirió una personalidad propia. Bueno. Quizás no en toda Cataluña, pero sí fundamentalmente en su capital y principal ciudad, Barcelona. Hasta acá es puro copiar-y-pegar de Wikipedia
La manzana de la discordia. En su época fue un auténtico escándalo. Tres edificios mdoernistas que comparten la manzana en el Paseo de la Gracia. Los propietarios de los edificios vecinos intentaron frenar la construcción de los edificios modernistas porque, decían, que sus propiedades quedarían desvalorizadas por semejantes mamarrachos.
¿Por qué Barcelona? Más allá de la capacidad y creatividad de sus arquitectos y diseñadores más significativos, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX tanto la región como la ciudad estaban experimentando tres procesos simultáneos. Por un lado, Barcelona estaba experimentado un crecimiento poblacional y desarrollo económico importante. Esto generó alguito de dinero y la necesidad de dotar a la ciudad de nueva infraestructura y, de paso cañazo, ostentar un poco de esa nueva riqueza.
Al mismo tiempo Cataluña en general y Barcelona en particular habían comenzado a experimentar un renacimiento de la cultura catalana, especialmente en oposición a Madrid y a Castilla en general. Bueno, ahora hay que hacer uno más uno y ver que sale. Una región que se está modernizando en un país más que era más bien conservador y que tiene ricos más ricos que quieren ostentar su bienestar, una ciudad que crece a una velocidad significativa y necesita nueva infraestructura en un marco socioeconómico en el que los locales buscan desarrollar una cultura diferenciada de la española en general y de la madrileña en particular. 
 La Casa Calvet, una de las primeras obras de Gaudí. Ni por asomo es de las más osadas.

Bueno, ya está. Nadie debería sorprenderse si de semejante caldo de cultivo salió el modernismo catalán, un estilo que trató de expresar las particularidades de Cataluña y Barcelona con una voz propia que las diferenciase del resto del país.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy lindo. Siempre aparecen esas discordias y temores detrás de cada obra, lo lindo es cuando se demuestran injustificados, como sin duda pasó con estos edificios.

Nicolás dijo...

Al menos el de Gaudí es patrimonio de la Unesco. No sé cuántos de los edificios "respetables" del barrio pueden presumir de semejante título. Hoy en día, vivir en ellos es muchísimo más caro que vivir en cualquiera de los otros edificios. Así que ni desde el punto de vesta meramente capitalista los temores están fundados...