jueves, 3 de agosto de 2017

Granada y la Alhambra

Si alguien se acuerda, en 1492 ocurrieron, además de la llegada de Colón a América otros dos sucesos importantes. Uno fue que los reyes católicos terminaron el proceso de “reconquista” (para mi gusto le sobra un re al nombre) conquistando el último de los reinos moros y expulsando a los árabes de la península ibérica. No del todo ajeno al proceso, el otro evento está más relacionado con la conquista de lo que parece: la creación de la Real Academia Española de Letras. Digo que está relacionado porque de algún modo había que establecer las normas del idioma del naciente reino de España, que había surgido del matrimonio de los propios reyes católicos, Isabel –que era reina de Castilla y León- y Fernando, que era rey de Aragón.
En fin, la cuestión es que en 1492 los reyes se hicieron con el reino de Granada, cuya capital era ¡sorpresa! ¡Granada! Sin embargo la historia de Granada se remonta atrás en el tiempo. Mucho. Realmente mucho.

Allá lejos y hace tiempo, en los siglos IV y III antes de Cristo hubo una ciudad en dónde hoy está Granada. Se llamaba Iliberri y estaba vinculada, al igual que buena parte del sur de España, a Cartago. Claro que cuando los romanos derrotaron a los cartagineses y ocuparon ciudades y colonias, Iliberri pasó de manos. Con los romanos no sólo llegaron los Cayos, los Julios y los Augustus sino también el latín. Iliberri pasó a llamarse Ilíberis. Un siglo más tarde, cuando la ciudad fue reconocida como municipio recibió el nombre de Municipium Florentinum Iliberitanum.
La ciudad vio el apogeo del imperio romano, su descomposición y hasta experimentó sus propias invasiones bárbaras cuando los vándalos se hicieron con el control de España y luego fueron desplazados hacia Cartago.

Después vinieron los árabes. Y se quedaron. Al menos por cerca de seiscientos años, cuando fueron invitados a retirarse. Entre tanta invasión y correr de los siglos, el Municipium Florentinum Iliberitanum fue abandonado y sólo sobrevivió la fortaleza romana debido a su función militar y su posición estratégica. Los árabes preservaron la fortificación pero no el nombre, y la fortaleza fue rebautizada como Hisn Garnata.
Por cerca de trescientos años la ciudad importante de la región fue Madinat Ilbira. Pero en el año 1013 la nueva dinastía reinante decidió trasladar su capital. Y no a cualquier lado. No. A un lugar estratégico, elevado, que pudiera ser defendible. ¿Alguien conoce alguno por la región? Ejém, Hisn Garnata, ejém. ¡Es cierto! ¡Para qué tomarse el trabajo si ya había una fortificación en la zona! Así fue que Zawi ben Ziri fundó la Madinat (castellanizado, Medina, que significa ciudad) Garnata en 1013, alrededor del castillo romano –que de romano ya poco tenía- y, acto seguido, abandonó la Medina Elvira.
Arriba, el patio de los Arrayanes con la torre de Comares. Abajo, el patio de los Leones
La ciudad se transformó en la capital del reino y, por falta de ideas o lo que fuera, el reino recibió el nombre de Granada. La fortaleza volvió a aggionarse y el rey Alhamar la transformó en palacio. Para ver como el nombre evolucionó de Alhamar a Alhambra no hay que ser un experto en lingüística. 
Columnas, paredes y pasillos del Patio de los Leones. Abajo a la derecha, la fuente que le da nombre.
La Alhambra se convirtió en el núcleo del poder de la Medinat Granata, con sus palacios, su mezquita y un perfil que no llama a confusiones. Era, claramente, una ciudad árabe y musulmana con dos barrios no musulmanes, uno de gitanos y el otro de judíos.
A finales de 1491 ya parece que la cosa viene bastante clara. Los reyes de la recién fundada España vienen avanzando mientras que el rey de Granada en clara retirada. Por si fuera poco, el reino se encuentra en medio de una guerra civil, por lo que en noviembre la ciudad negocia su rendición. Los granadinos reconocerían a los reyes de España y, a cambio, podrían conservar la propiedad de la tierra, además de seguir ejerciendo la religión musulmana. No sólo eso sino que en caso de conflicto entre dos musulmanes se reconocería la ley islámica como fuente de derecho. O sea, sabiendo lo que se vino después, digamos que la habían sacado muy barata.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bellísimo
No hago otro comentario
:)
Saludos

Nicolás dijo...

Jajajaja... bueno, es que realmente es así