Para los primeros tres meses de nuestra estadía
alemana tuvimos un departamento en un edificio de la universidad destinado a
recibir a visitantes extranjeros que vienen a la Universidad Técnica de Dresden
o a cualquiera de los institutos que pululan por el pueblo. Se trata, nos
anticiparon, de una estadía de tres meses. Luego tenemos que buscarnos un
lugar. En teoría no se puede prolongar ese plazo pero sí acortar.
El instituto donde está Diego ha dispuesto que la
bibliotecaria nos ayude en la tarea de buscar un hogar. Sentimos que es una verdadera
suerte porque luego de mis primeros intentos de comunicarme en alemán siento
que no puedo hacer ninguna operatoria más compleja que pagar (con tarjeta) en
el supermercado. El resto, mientras sea saludar, soneír y presentarme, está
bien pero más de eso, imposible.
Gracias a Larita descubro un mundo de ofertas a través
de un mega portal inmobiliario en el que empresas y particulares cargan sus
ofertas. Muchas vienen acompañadas por fotos del lugar y con ellas llega un
dato preocupante. Los departamentos se alquilan, por definición, sin cocina ni
mesada. Nada. Nada de nada. Ni mesada, ni bacha. Sólo hay paredes peladas.
Blancas. Y nada más. No hay cocina (léase, artefacto para cocinar) ni mesada,
ni bacha. La mayoría de las veces, ni siquiera una canilla. Incluso en algunos
casos se ve que han retirado hasta los cerámicos. Sí, tal cual. No son muchos
los casos en los que esto pasa pero tampoco es tan insólito como parece. En
fin…
Tratamos de no descorazonarnos. Si es así, es así.
Bueno, eso digo ahora que ya estamos instalados con todas las bondades del
siglo XX. En ese momento casi me dan ganas de ponerme a llorar.
Lamentablemente, con lágrimas o sin ellas, el plazo para abandonar el departamento
de la universidad seguía pendiendo sobre nosotros. Tic, tac, tic, tac.
Además de utilizar la susodicha página de Internet,
también nos dedicamos a caminar por los barrios en los que nos gustaría vivir
buscando carteles de alquiler, notas o algún dato que nos ayudara. En la tarea
también nos asistió Nubia, nuestra hada madrina y compañera de grupo de Diego.
Normalmente yo me imaginaría que ya sea por
inmobiliaria, ya sea en forma privada, visitar un departamento debería ser algo
relativamente simple. Error. Hay que escribir (o llamar). Presentarse. Pedir
una cita. Coordinar fecha y esperar. Esperar porque salvo particulares con
cierto interés en alquilar el departamento a la brevedad, las citas se suelen
planificar con una semana de anticipación. O dos, si es un departamento chico
que se alquila por inmobiliaria. Sí, tal cual lo leés. En el país de la
eficiencia, alquilar un departamento es de todo menos una tarea rápida y
expeditiva. Hay que respirar hondo y cruzar los dedos.
Si tenés suerte y contactás una inmobiliaria en forma
telefónica y te atienden (algo que no siempre pasa) podrás pedir una cita para
ver el departamento. En promedio, hay que esperar una o dos semanas. Al menos
en Dresden. Quizás en otros lugares la realidad sea otra. Si no te sentís lo
suficientemente calificado como para llamar por teléfono y preferís mandar un
e-mail puede que tengas que esperar dos (que ya es un milagro), tres o cuatro
días para obtener una respuesta. Cualquier respuesta. Incluso gracias por contactarnos, ya nos pondremos
en contacto con usted.
Entre esta pachorra modalidad de dilatación temporal
y los problemas de salud de la persona que nos ayudaba, pasamos dos semanas sin
recibir ninguna noticia real. Bueno, noticias sí hubo. Algunas eran del estilo
de perdón, pero este departamento sólo
está disponible para una persona soltera; lo siento pero buscamos inquilinos
que se queden como mínimo cinco años, o cosas por el estilo. Tic, tac, tic,
tac.
En general, cuando alquilás un departamento chico estás exento de pagar comisión a
la inmobiliaria. La comisión la paga el dueño del lugar. Como resultado, los
empleados de inmobiliaria carecen de cierto estímulo para mostrar los
departamentos. Y cuando finalmente acceden a hacerlo lo hacen como si de un
trámite se tratara. Bueno, listo, ya lo viste. ¿Qué te parece? ¿lo querés sí o
no?. Y no pidas ver de nuevo una habitación en la que ya estuviste porque no te
van a poner buena cara. Bueno, quizás nuestra experiencia con inmobiliarias
germanas no sea excelente pero hasta ahora me animaría a decir que no conozco a
nadie que haya tenido una relación esencialmente diferente.
Tic, tac, tic, tac. Mientras las visitas a otros
lugares se demoraban indefinidamente y el fin de nuestro segundo mes se
acercaba decidimos expresar nuestro firme deseo de alquilar uno de los primeros
lugares que habíamos visto. Bien, nos
dijeron de la inmobiliaria. En dos días
estarán el contrato y los papeles pero antes tenemos unos formularios para
ustedes.
En los formularios en cuestión te preguntan de todo.
Si tenés mascotas, si tocás instrumentos, si tenés instrumentos, a qué hora los
tocas, a qué hora escuchás música, si tenés seguro de accidentes, si esto o
aquello. También tenés que contestar si los autorizás a buscarte en una suerte
de veráz que existe acá. Siempre
podés decir que no, alegar que es una violación a tu privacidad o a lo que
fuere. Y la inmobiliaria también puede decirte que, en ese caso, prefiere no
tenerte de inquilino. En fin…
2 comentarios:
Reciclando posts?
No... hay cosas que ya había contado, pero la idea era hacer una pequeña retrospectiva para llegar hasta las últimas novedades. Igual la saga continúa y hay me faltan uno o dos capítulos con las últimas novedades
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