lunes, 14 de agosto de 2017

Las cuatro (o más) estaciones (de la decoración germánica)

Quizás por cierta tendencia hacia el consumo (relativamente desmedido) que tienen germanos y germanas, hay una serie de negocios que tienden a adoptar formato de todo x 2 pesos, supermercado o, llegado el caso, de tienda al mejor estilo Falabella.

Hay dos o tres cadenas de negocios de todo por un euro (o afines), dos cadenas de supermercados deperfumería (que tienen exactamente los mismos productos a, más o menos, el mismo precio), zapaterías que tienen esta estética supermercadista y dos o tres lugares con productos y cosas de decoración.

De estos últimos se trata, precisamente, esta entrada. Con casi dos años de residencia en Alemania (¿ya? sí) hemos comenzado a notar cierta periodicidad de recambio en las cosas que ofrecen. Normalmente estos negocios tienen una parte que está todo el año (velas, tiradores de cerámica, vajilla, decoración de cumpleaños) y una sección aún mayor de productos de decoración estacional. Sí, acá muchas personas (hay excepciones) decoran sus casas en función del almanaque. El ejemplo más claro es Navidad. Desde septiembre (¡septiembre, por favor!) estas tiendas comienzan a llenarse de árboles, Papá Noel(es), velas, estrellas, bolas, lucecitas y todo lo que se te ocurra. Para mediados de octubre las mesas y estantes con productos de Navidad han conquistado más de dos tercios del total del negocio. Para principios de noviembre la tendencia continúa pero en el sector de ofertas y saldos ya podés conseguir las primeras cosas de navidad con precios rebajados porque esto es Alemania y no te pueden vender desde fines de septiembre hasta diciembre las mismas cosas. A falta de renovación del público, deben renovar el stock.

Más allá de lo delirante de comenzar a vender decoración de Navidad a finales de septiembre hay otra cuestión. Porque, cuando termina el circo la parafernalia navideña y los Papá Noel, las estrellas y las bolas salen de escena, hace su entrada triunfal la decoración de invierno. En enero y en febrero también hay que decorar. Y ¡horror! no se pueden usar los motivos navideños. Quizás con excepción de renos, alces y ciervos, el resto del cotillón navideño desaparece y entran los motivos de nieve, almohadones de piel, mantas, pingüinos, osos polares y un sinfín de elementos que hacen pensar en el mundo escandinavo (con excepción de los pingüinos, claro).

Para cuando ya estamos todos clamando por la llegada de la primavera, cansados del frío y de la oscuridad -pero aún lejos de que las primeras flores comiencen a aparecer- llega la floración plástica. Los negocios de decoración se deshacen de los osos polares y compañía y aparecen tulipanes, narcisos y otras flores de estación en sus formatos real y artificial (en las más diversas gamas de calidad). Los almohadones dejan de tener motivos escandinavos o de nieve y todo comienza a llenarse de flores y pajaritos. Pareciera que todo se vuelve verde con blanco, rosa o amarillo, colores que dan una sensación más primaveral que el combo blanco-negro-gris del diseño nórdico o el blanco-rojo oscuro-azul.

Para mediados de marzo la decoración de primavera debe ceder algunos de los espacios que ha ganado. Dentro de un mes será Pascuas. Así que los huevos (en infinidad de variantes, tamaños y motivos) hacen su ingreso. Huevos para colgar (se usa decorar los árboles en los jardines o macetas), huevos de cerámica para poner sobre la mesita ratona, almohadones ovalados, huevos pintados, portamacetas con forma de huevo. Lo que sea. También llegan los pollitos y los conejos. Estos últimos, al por mayor. Conejos de cerámica, de porcelana, de peluche, de madera, de lo que te imagines.

Pasada la pascua hay un nuevo interregno primaveral con más flores artificiales, vajilla con flores, sets de camping, canastas de picnic y demases. Claro que ahora todo esto viene con otras flores estampadas. De los tulipanes y narcisos ya nada queda. 

Para cuando vamos promediando mayo ya tenemos los primeros elementos veraniegos. Principalmente, con motivos playeros y náuticos: barcos, anclas, delfines, caracoles, estrellas de mar, veleros, reposeras, lonas. Este verano, hasta flamencos... sí, cual si estuviéramos en Miami.

Más allá del rosa de los flamencos, pareciera que los colores veraniegos son el azul, el celeste, el blanco… (demasiado, si me consultan, aunque está claro que nadie lo hace). A veces me pregunto si alguien efectivamente comprará anclas de madera de 50 cm de alto para decorar su living, si usarán un velero como centro de mesa en los meses de verano o si alguien regalará veladores con forma de faro. La cuestión es que ahí están y ocupan, nuevamente, más de la mitad del negocio.

Con la decoración de verano suele ocurrir lo mismo que con la de Navidad. Por ser un período más largo suele haber renovación de stock, por lo que cambian ligeramente los motivos pero siempre se mantienen dentro del área hasta que a fines del verano comienzan a aparecer las primeras cosas con frutas. Es el preludio del otoño: la época de la cosecha. Aparecen zapallos y calabazas (reales y artificiales), bellotas, piñas, frutas de plástico y apenas unas semanas después comienzan a llegar los productos de madera (árboles sin hojas, ardillas, zorros). Los almohadones, servilletas, manteles y afines ahora vienen con tonos rojizos, ocres y marrones. Hojas secas (como siempre, en su variante real y de plástico), hongos, corteza de árboles, animales hechos con ramas y pinocha. Lo que se te ocurra. Si te hace pensar en el otoño, seguro que lo venden.

Para la segunda renovación de stock seguramente habrán entrado calladitos los primeros pinos y hojas de muérdago. El círculo está completo. El calendario marca que un año ha pasado y que pronto la decoración de navidad comenzará su lenta pero inexorable conquista de las mesas y estantes. El ciclo vuelve a empezar.

Desde nuestra perspectiva parece casi un disparate una locura pensar en tener una (o más) caja(s) de decoración que vamos cambiando a lo largo del año. Con la excepción de Navidad (y ésta con mis reservas) no puedo imaginar una decoración estacional. Pero por estas tierras el consumo es el consumo. No para todos/as obviamente porque conocemos alemanes/as que no cambian su casa ante cada estación pero sí para unos cuantos/as.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesantes costumbres sin lugar a dudas