sábado, 19 de agosto de 2017

El departamento de Plauen: lidiando con la inmobiliaria germana II

Enviamos los papeles de vuelta a la inmobiliaria y dos días más tarde llega el contrato de alquiler. Claro que desde la inmobiliaria nadie nos avisó que nos habían aceptado como inquilinos ni mucho menos. Ni siquiera nos escribieron un mail para decir che, estén atentos que les mandamos el contrato para que firmen y nos devuelvan. Nada. Simplemente nos mandaron el contrato.

El contrato tiene un problema de tipeo, así que hay que arreglarlo. Además, está a nombre de Diego, por lo cual no tenemos claro si yo tengo que firmarlo o no. Así que le pedimos a alguien que llamara a la inmobiliaria y preguntara. En la oficina de la inmobiliaria nadie sabe nada. Dicen que van a averiguar pero que si sólo está a nombre de Diego, que lo firme él y listo. Y si hay un error, que lo arreglemos con liquid paper. Sí, tal cual como lo acabás de leer.  Con corrector y ya. Un contrato de alquiler. Que lo corrijamos, lo firme (Diego) y lo mandemos, que ellos nos van a devolver una copia firmada a la brevedad. Claro que la brevedad se demora y al cuarto día decidimos llamar a la inmobiliaria.

Si a vos también alguna vez te vendieron el cuento de la organización y la eficiencia alemana quizás te sorprenda saber el motivo de la falta de noticias. Finalmente la persona responsable se enteró de nuestra situación y decidió que yo también debía firmar el contrato pero, pequeño detalle, se olvidó de notificarnos. ¿Qué? Sí, al parecer hacía falta que yo también firmara el contrato pero se olvidaron de decirnos. De decirnos o de mandarnos el contrato de vuelta. En cuanto se vuelve evidente la situación se ofrecen para a mandarlo por correo. Dejá, voy yo a la inmobiliaria  y lo firmo ahí. Sorpresa, para variar nos dieron una nueva cita.

Llega el día de la cita, vamos a la inmobiliaria y firmamos el contrato. Ahora hay que esperar a que lo firme el dueño del edificio para que nos envíen la copia firmada y podamos hacer el depósito de la garantía y del primer mes de alquiler. En teoría falta una semana así que no debería haber problema. Pero, sorpresa, los días pasan y el contrato no llega. Faltan tres días para la fecha de entrega de las llaves y ni noticias del contrato. En la inmobiliaria dicen que no saben nada, que ellos ya lo enviaron y que sólo podemos esperar. Dos días. Un día. Ok, hagamos el depósito de todos modos.

Finalmente, para cuando llega el día de la entrega de las llaves, nadie sabe dónde está nuestro contrato. En la inmobiliaria no tienen idea y, para completar el panorama, la persona que debe entregarnos las llaves del departamento descubre que ha traído las llaves incorrectas. Sí. Se confundió. Perdón, no son las llaves. Y hoy ya no tengo tiempo para ir a buscarlas. Mañana… a ver, no, mañana tampoco. Les podamos dar una cita para dentro de dos días. What? ¿Qué? A ver, alguien que me explique. Tenés que traer las llaves. Te equivocás y traés las de otro departamento. Tenés que traer el contrato, pero nadie sabe dónde está y por si fuera poco, encima no podés solucionar la que te mandaste a la brevedad porque para mañana no tenés cita. Por un momento siento que es una joda. ¿No tenés citas disponibles en la agenda? ¿Querés que te ayudemos nosotros a hacer tu trabajo?

Dos días más tarde de la fecha corregida con liquid paper que figura en nuestro contrato hacemos nuestra entrada triunfal en el departamento. En realidad, lejos de ser una entrada triunfal parece el juego de la llave de Feliz Domingo. La persona que en esta ocasión ha mandado la inmobiliaria (que no es la misma que vino antes y se confundió de llave) tiene algunos problemitas para abrir la cerradura. Así y todo logra hacerlo y se dispone a cambiarla. ¿Cambiar la cerradura? Sí. Es como una especie de garantía de privacidad y se supone que, al mismo tiempo, una simplificación para la empresa que administra el edificio ya que, en teoría, todos los departamentos vacíos tendrían la misma cerradura y se abrirían con la misma llave.

Sí, sé lo que estás pensando. Yo también lo pensé. ¿Y entonces? ¿por qué la señora que vino la última vez a “entregarnos el departamento” tenía la llave incorrecta y no pudo entrar? Parece que trajo la que iba a ser nuestra llave futura pero se habría olvidado la que tiene actualmente el departamento. Diría que el sistema no es a prueba de opas pero me parece que es quedarme corto.

Luego se procede con el inventario. Un momento, si el departamento está pelado, ¿para qué tanto inventario? Porque acá nada se pasa por alto. ¿Las paredes están pintadas a nuevo, se anota, hay tres enchufes blancos, se anota, las puertas están pintadas pero se nota que no recientemente y por lo tanto en lugar de ser blanco-Ala son blanco-tiza y tienen manchas de uso? Sí, adivinaste, se anota. Todo.


Después del inventario detalladísimo, lo otro que se anota es el estado de medidores de electricidad y también los de la calefacción, que es con radiadores de agua caliente. Después, con los registros de los medidores hay que ir a una empresa prestadora de servicios (electricidad, agua y agua caliente para calefacción) para pedir que nos den de alta. Cada vecino/a puede elegir qué prestador de electricidad quiere. Cada empresa ofrece promociones y ofertas que son más o menos interesantes en función del consumo histórico del cliente. Claro que nosotros no tenemos tal cosa así que nos terminamos decantando por la más grande, la Drewag. Yo imaginaría que después de tanto lío alguien de la empresa tendría que venir a chequear si los números que declaramos en el estado de los medidores son correctos. Pues no. Basta con volver a firmar un par de formularios para que te den de alta. Al menos eso es fácil.

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