lunes, 28 de agosto de 2017

El departamento de Plauen: ¡déjennos tranquilos!

El sentido común haría imaginar que una vez que ya se ha cerrado trato con la inmobiliaria y te dan las llaves de casa (cuando son las llaves correctas, ejém), ya está… Chau, no habría que lidiar más con la agencia que te la alquiló. Error.

Igual, lo justo es justo y también hay que reconocerlo. Al menos no necesitás lidiar con ellos por la renovación del alquiler. Los alquileres se renuevan (al mismo precio) automáticamente mientras el inquilino siga. ¿De verdad? Sí. Si alquilaste un departamento en el año 2000 y te quedás por cincuenta años, seguirás pagando lo mismo hasta que te vayas. Hasta acá, parece perfecto. Pero… no hay mal que por bien no venga. Y si no te joden con la renegociación de los contratos, bueno te abrochan molestan por alguna otra razón.

Además, para nosotros cada carta es, en si misma, una pequeña movida. Normalmente usan estructuras de tal formalidad que tenemos que leerlas, por simples que sean, unas cuántas veces hasta estar seguros de que entendimos todo. Leerlas, releerlas, buscar palabras en el diccionario y, llegado el caso, preguntarle a algún/a conocido/a si el tema es, efectivamente, el que entendimos.

Más allá de nuestra situación particular, la cuestión suele ser un incordio para todo tipo de inquilinos. Pero… ¿por qué te mandarían cartas referidas con la vivienda si los alquileres no se renegocian? Puffff. Aunque no lo creas, sobran los motivos.

Número uno. Control de medidores. Ya hablé de esto la última vez. Una o dos veces al año se comprueban los medidores de agua caliente de los radiadores que se usan para la calefacción. Uno suele ser el control de los medidores y luego está el control de la empresa que controla al que controla. Ridículo como suena, es así. Y tenés que estar en casa porque tienen que mirar cada radiador.

Número dos. Control de medidores, parte dos. Vienen a medir el consumo de electricidad y agua (fría). En teoría estos medidores están fuera del departamento pero… como siempre puede haber alguna duda y/o problema, te piden que estés en tu casa. En total, entre ambos controles, son tres o cuatro días al año en los que tenés que estar en tu casa de tal a tal otra hora. Y si ese día a esa hora trabajás, tenés que dejarle la llave a alguien. Listo. Sin protestar ni hacer puchero.

Número tres. En general los edificios como el nuestro suelen pertenecer (en su conjunto) a un solo/a propietario/a que puede ser un particular o una empresa. En la ex Alemania oriental suele darse que enormes bloques de edificios pertenecen a una misma empresa. Por muchos años esos edificios fueron propiedad del estado hasta que el gobierno de la ciudad los vendió, a veces individualmente y otras en conjunto. Resultado, a veces hay como doscientos o trescientos metros de edificios y departamentos que pertenecen a una única empresa. Otra veces es una persona o una familia, normalmente de la ex Alemania occidental, que compró el edificio entero por chirolas en la época de la reunificación. Ya sea por una u otra razón, muchos de los dueños/as de los edificios o bien viven en otra ciudad en la otra punta de Alemania o bien son empresas. En ambos casos suelen tercerizar el mantenimiento del edificio. Este tercero/a no es la agencia que te alquiló el departamento sino la que se encarga de la administración. Es la empresa a la que le depositás o transferís el alquiler cada mes.

Para ser Alemania un país en el que todo se planifica con tiempo, es sorprendente como estas empresas pueden cambiar sorpresivamente. Por caso, cuando el 23 de diciembre (¡23 de diciembre!) nos llegó una carta de una empresa XXX anunciando que ellos eran las nueva administradora del departamento y que tendríamos que depositarles el alquiler de enero antes de fin de diciembre en su cuenta. Así como así, sin que la empresa que hasta entonces administraba el edificio nos dijera ni mu. En fin, esto ya lo conté en otro lugar, así que si querés, podés leerlo acá: Regalitos de Navidad.

Número cuatro. Venta del edificio. Un día te llega una carta. De nuevo, media hora de lectura y diccionario. El dueño del edificio designó a (otra) inmobiliaria para que se encargue de la venta (en bloque) de todos los departamentos. O sea, hay una empresa que se encarga de alquilar los departamentos, hay otra que lo administra, podés elegir a la que te provee los servicios, hay una más que es la que mira los medidores y luego una más para chequear que la que controla los medidores hace bien su trabajo. ¿No es suficiente? No. Ahora hay otra que va a encargarse de vender el edificio. ¿Es que no puede dejarnos en paz? Se ve que no.

En teoría, que el dueño del edificio quiera vender los departamentos en bloque no tendría que implicar mayor trastorno. Si fuera que quieren vender solamente tu departamento podría ser un problema. Si la persona que compra tu departamento lo compra como vivienda particular, entonces tenés x cantidad de meses para irte. Pero si es alguien que compra un edificio entero, salvo que se una comuna hippie, lo más probable es que lo quiera por la renta y, entonces, es muy posible que quiera que sigan los inquilinos actuales.

Obviamente, para entender todo esto tuve una sesión de terapia con Susanne, mi tándem de Alemán-español con la que una vez a la semana nos juntamos a hablar en ambos idiomas. En fin, la cuestión es que primero la inmobiliaria encargada de la venta quiere visitar todas las casas y te avisan cuando van a pasa a ver tu departamento, si es que es posible. Si no podés en la fecha, no creas que zafás. Tenés que contactarlos y explicar por qué no podés y coordinar una cita.

Acto seguido vienen las visitas. Comprar un edificio entero no es una inversión como para hacer a la ligera, así que los/as compradores/as potenciales quieren revisar todos los departamentos. De nuevo, se pasa una fecha de cita potencial, se avisa por correo (nueva carta hiperformal que hay que desencriptar) y ponerse en contacto. Si se puede en la fecha en cuestión (normalmente un sábado a media mañana o mediodía), todo bien. Sino hay que ver qué se puede hacer; proponer una fecha alternativa, dejarle la llave a alguien más o algo.

Por supuesto, el día de la visita finalmente no viene un interesado sino unos/as cuántos. Y te revisan la casa de pe a pa. La cocina, el living, el dormitorio, el baño, el cuartito que tenemos en la escalera para guardar cosas. Intercambiás tres palabras y siguen su inspección por otros departamentos.

Esperemos que las dos visitas que ya tuvimos de interesados/as en comprar el edificio hayan sido las primeras y últimas. Algo me dice, sin embargo, que ya sea esta o cualquier otra (e inversomil) razón, alguien seguirá jodiéndonos escribiéndonos cartas crípticas y requiriendo algo de nosotros.

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