El
sentido común haría imaginar que una vez que ya se ha cerrado trato
con la inmobiliaria y te dan las llaves de casa (cuando son las
llaves correctas, ejém), ya está… Chau, no habría que lidiar más
con la agencia que te la alquiló. Error.
Igual,
lo justo es justo y también hay que reconocerlo. Al menos no
necesitás lidiar con ellos por la renovación del alquiler. Los
alquileres se renuevan (al mismo precio) automáticamente mientras el
inquilino siga. ¿De verdad? Sí. Si alquilaste un departamento en el
año 2000 y te quedás por cincuenta años, seguirás pagando lo
mismo hasta que te vayas. Hasta acá, parece perfecto. Pero… no hay
mal que por bien no venga. Y si no te joden con la renegociación de
los contratos, bueno te abrochan
molestan por alguna otra razón.
Además,
para nosotros cada carta es, en si misma, una pequeña movida.
Normalmente usan estructuras de tal formalidad que tenemos que
leerlas, por simples que sean, unas cuántas veces hasta estar
seguros de que entendimos todo. Leerlas, releerlas, buscar palabras
en el diccionario y, llegado el caso, preguntarle a algún/a
conocido/a si el tema es, efectivamente, el que entendimos.
Más
allá de nuestra situación particular, la cuestión suele ser un
incordio para todo tipo de inquilinos. Pero… ¿por qué te
mandarían cartas referidas con la vivienda si los alquileres no se
renegocian? Puffff. Aunque no lo creas, sobran los motivos.
Número
uno. Control de medidores. Ya hablé de esto la última vez. Una o
dos veces al año se comprueban los medidores de agua caliente de los
radiadores que se usan para la calefacción. Uno suele ser el control
de los medidores y luego está el control de la empresa que controla
al que controla. Ridículo como suena, es así. Y tenés que estar en
casa porque tienen que mirar cada radiador.
Número
dos. Control de medidores, parte dos. Vienen a medir el consumo de
electricidad y agua (fría). En teoría estos medidores están fuera
del departamento pero… como siempre puede haber alguna duda y/o
problema, te piden que estés en tu casa. En total, entre ambos
controles, son tres o cuatro días al año en los que tenés que
estar en tu casa de tal a tal otra hora. Y si ese día a esa hora
trabajás, tenés que dejarle la llave a alguien. Listo. Sin
protestar ni hacer puchero.
Número
tres. En general los edificios como el nuestro suelen pertenecer (en
su conjunto) a un solo/a propietario/a que puede ser un particular o
una empresa. En la ex Alemania oriental suele darse que enormes
bloques de edificios pertenecen a una misma empresa. Por muchos años
esos edificios fueron propiedad del estado hasta que el gobierno de
la ciudad los vendió, a veces individualmente y otras en conjunto.
Resultado, a veces hay como doscientos o trescientos metros de
edificios y departamentos que pertenecen a una única empresa. Otra
veces es una persona o una familia, normalmente de la ex Alemania
occidental, que compró el edificio entero por chirolas en la época
de la reunificación. Ya sea por una u otra razón, muchos de los
dueños/as de los edificios o bien viven en otra ciudad en la otra
punta de Alemania o bien son empresas. En ambos casos suelen
tercerizar el mantenimiento del edificio. Este tercero/a no es la
agencia que te alquiló el departamento sino la que se encarga de la
administración. Es la empresa a la que le depositás o transferís
el alquiler cada mes.
Para
ser Alemania un país en el que todo se planifica con tiempo, es
sorprendente como estas empresas pueden cambiar sorpresivamente. Por
caso, cuando el 23 de diciembre (¡23 de diciembre!) nos llegó una
carta de una empresa XXX anunciando que ellos eran las nueva
administradora del departamento y que tendríamos que depositarles el
alquiler de enero antes de fin de diciembre en su cuenta. Así como
así, sin que la empresa que hasta entonces administraba el edificio
nos dijera ni mu.
En fin, esto ya lo conté en otro lugar, así que si querés, podés
leerlo acá: Regalitos de Navidad.
Número
cuatro. Venta del edificio. Un día te llega una carta. De nuevo,
media hora de lectura y diccionario. El dueño del edificio designó
a (otra) inmobiliaria para que se encargue de la venta (en bloque) de
todos los departamentos. O sea, hay una empresa que se encarga de
alquilar los departamentos, hay otra que lo administra, podés elegir
a la que te provee los servicios, hay una más que es la que mira los
medidores y luego una más para chequear que la que controla los
medidores hace bien su trabajo. ¿No es suficiente? No. Ahora hay
otra que va a encargarse de vender el edificio. ¿Es que no puede
dejarnos en paz? Se ve que no.
En
teoría, que el dueño del edificio quiera vender los departamentos
en bloque no tendría que implicar mayor trastorno. Si fuera que
quieren vender solamente tu departamento podría ser un problema. Si
la persona que compra tu departamento lo compra como vivienda
particular, entonces tenés x cantidad de meses para irte. Pero si es
alguien que compra un edificio entero, salvo que se una comuna
hippie, lo más probable es que lo quiera por la renta y, entonces,
es muy posible que quiera que sigan los inquilinos actuales.
Obviamente,
para entender todo esto tuve una sesión de terapia con Susanne, mi
tándem de Alemán-español con la que una vez a la semana nos
juntamos a hablar en ambos idiomas. En fin, la cuestión es que
primero la inmobiliaria encargada de la venta quiere visitar todas
las casas y te avisan cuando van a pasa a ver tu departamento, si es
que es posible. Si no podés en la fecha, no creas que zafás. Tenés
que contactarlos y explicar por qué no podés y coordinar una cita.
Acto
seguido vienen las visitas. Comprar un edificio entero no es una
inversión como para hacer a la ligera, así que los/as
compradores/as potenciales quieren revisar todos los departamentos.
De nuevo, se pasa una fecha de cita potencial, se avisa por correo
(nueva carta hiperformal que hay que desencriptar) y ponerse en
contacto. Si se puede en la fecha en cuestión (normalmente un sábado
a media mañana o mediodía), todo bien. Sino hay que ver qué se
puede hacer; proponer una fecha alternativa, dejarle la llave a
alguien más o algo.
Por
supuesto, el día de la visita finalmente no viene un interesado sino
unos/as cuántos. Y te revisan la casa de pe a pa. La cocina, el
living, el dormitorio, el baño, el cuartito que tenemos en la
escalera para guardar cosas. Intercambiás tres palabras y siguen su
inspección por otros departamentos.
Esperemos
que las dos visitas que ya tuvimos de interesados/as en comprar el
edificio hayan sido las primeras y últimas. Algo me dice, sin
embargo, que ya sea esta o cualquier otra (e inversomil) razón,
alguien seguirá jodiéndonos
escribiéndonos cartas crípticas y requiriendo algo de nosotros.
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