Como
toda gran ciudad Roma tiene sus atracciones, sus trampas caza
turistas, sus atractivos y sus símbolos. Y si hubiera que hacer una
lista, muy posiblemente, el coliseo la encabezaría. Pocos edificios son
tan representativos de una ciudad como el coliseo lo es de Roma.
Originalmente
se lo llamó “anfiteatro Flavio”, ya que fue la dinastía de los
flavios la que lo construyó entre los años 70 y 80. Más tarde lo
ampliaron más de una vez edificando más niveles o incorporando las jaulas subterráneas.
El nombre “coliseo” le fue otorgado popularmente, ya que se encontraba cerca de una estatuta llamada “el Coloso de
Nerón”. Curiosamente, la escultura que le dio su nombre no ha
sobrevivido hasta nuestra época. Como en tantos otros casos, es
interesante ver cómo algo que sirvió para bautizar algo tan
importante como el coliseo sucumbió en el proceso y fue
prácticamente olvidado como referencia.
En
fin, dejando de lado las divagaciones histórico lingüísticas,
cuenta la leyenda que las festividades por la inauguración del
coliseo duraron cerca de 100 días en los que hubo de todo. Mejor dicho, en los que hubo, principalmente, mucha sangre. Cacerías,
combates a muerte (hombres contra hombres, hombres contra animales,
animales contra animales), sacrificios, recreaciones de batallas y
eventos mitológicos. No hay cifras exactas pero solamente en esos
100 días se estima que murieron cerca de 9000 animales. ¡Nueve mil!
¡Sólo en las festividades inaugurales! De hecho, se considera que
entre combates de gladiadores, cacerías, luchas con animales y
sacrificios, cerca de 200.000 personas murieron durante los quinientos
años en que fue utilizado.
En
el siglo VI es coliseo dejó de albergar espectáculos, lo cual no
quiere decir que fuera abandonado. Como fortaleza, residencia real,
bastión, depósito y hasta lugar para acopio de animales, el edificio
siguió siendo utilizado hasta que, con los siglos, comenzó a ser
desmontado para re utilizar piedras, mármoles y travertinos en otras
construcciones.
Curiosamente lo salvo de ser enteramente desmontado la que había sido una de sus principales víctimas. En efecto, la iglesia católica, lo declaró santuario en honor a los cristianos martirizados y sacrificados en su arena, asegurando su supervivencia.