Roma debe de ser una de las ciudades con más capas de cebolla que existe. Cada rincón de la ciudad actual se encuentra sobre capas y capas de edificios y construcciones. Las modernas sobre las barrocas, éstas sobre las renacentistas, las renacentistas sobre las góticas y las medievales sobre las ruinas romanas. A veces se ven unas, a veces otras, a veces todas juntas.
Piazza Navona no es la excepción. La plaza se levanta sobre lo que fue el estadio de Domiciano, construido en el año 85. En el estadio se presentaban los juegos que se conocían como "agones". De agones a navones y de allí a Navona. No es la única huella del pasado en la Roma actual.
En la edad media el estadio fue abandonado y comenzó a ser utilizado como casi todos los grandes edificios romanos de la época: como cantera para la construcción de nuevos edificios. Y así comenzó a desmantelarse el estadio para construir los edificios circundantes. Tan circundantes eran los edificios que se construyeron que, finalmente, terminaron rodeando en casi todos sus lados el predio, que finalmente terminó quedando vacío. Y así para el siglo XV terminó definiéndose la plaza.
En el centro de la plaza se encuentra la fuente de los cuatro ríos. ¿Los cuatro ríos? Sí. Cuatro. Una que representa cada continente. ¿Pero no son cinco los continentes? ¿o seis? Hay que decirlo, en el siglo XVII no eran tantos... Sin Oceanía en el mapa, los escultores respiraron aliviados, ya que podían hacer una fuente simétrica sin volverse locos. Así decidieron que serían representados los cuatro grandes ríos, uno por cada continente: El Danubio (Europa), el Ganges (Asia), el Nilo (África) y ... ¡sorpresa! el río de la Plata por América. Ni el Amazonas ni el Mississippi. No señor, ni señora.
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