jueves, 19 de abril de 2018

Dos semanitas en Italia: Pompeya (la previa)

Entrada al complejo de Pompeya. Me pongo en la cola para comprar las entradas y comprueblo luego de media milésima de segundo que la familia que se encuentra delante mío es, sin lugar a la menor duda, argentina. No puedo decir qué es porque no es sólo la apariencia. Tampoco la ropa. Obviamente el acento delata, pero es algo que lo precede. No sé, es una suerte de actitud física que viene antes de la apertura de la boca. No soy infalible pero, al menos en esta ocasión, su acento no hace más que confirmar la sospecha que tenía al verlos mientras me iba acercando.

Casi que podrían ser una familia de publicidad. Papá, mamá, hijo mayor, hija menor. Falta el perro y bien podrían protagonizar una publicidad de créditos hipotecarios.
El cajero los atiende en un español impecable. Quizás sea un sorpresa, pero pareciera que los/as italianos/as que hablan epañol lo hacen mucho mejor que los/as que hablan inglés. Claro que, a pesar de su dominio evidente del idioma, el cajero no deja de sentirse sorprendido cuando el padre de nuestra familia argentina le pregunta dónde se encuentra el Luna Park. "¿El qué? El Luna Park. Me dijeron que no puedo ir a Pompeya sin ver el Luna Park. El pobre cajero piensa y luego de unos segundos le dice que el Luna Park se encuentra fuera del complejo, a unos 20 metros en dirección a la estación de trenes. El tipo se muestra un poco contrariado. Abro paréntesis, en Italia Luna Park es el nombre que reciben los parques de diversiones. El de Buenos Aires recibió su nombre, precisamente, porque ahí mismo había funcionado antes de su construcción, un parque de diversiones de unos italianos que, a la usanza de su país, lo llamaron así y el nombre quedó. (Es impresionante lo que se puede aprender en una clase de literatura). Cierro parántesis. Mientras tanto la conversación continúa. Pero si me dijeron que el Luna Park es una de las mayores atracciones de las ruinas. Que no, que el Luna Park está fuera del complejo. Pero que sí...
Atento a la conversación y al reloj (porque parami sorpresa, la cosa se iba estirando más allá de lo esperable) le pregunto al padre de la familia si lo que quería ver era el prostíbulo de la antigua Pompeya (el "Lupanar"). El señor dice que sí, que era eso y le digo al cajero que, es el LUPANAR lo que el señor quiere encontrar en el mapa y no el LUNA PARK. El cajero respira aliviado y me agradece la intervención. Seguramente hubieran llegado a la misma conclusión sin mi participación pero... mejor así que con cinco minutos más de vueltas, preguntas y repreguntas.
A todo esto la familia me agredece y me explican que en su (mi) país existe un lugar que se llama Luna Park que es como un teatro y que por eso les quedó la palabra dando vueltas. Se ve que mi acento no les ha parecido lo suficientemente argento como para delatar que ya sé todo eso. En fin. Compro las entradas y me voy hacia la entrada, donde Diego está esperando ávido de saber qué es lo que nos ha detenido tanto tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Ay Ay Ay!!!!
:)

Nicolás dijo...

Creo que nunca llegué a tanto pero tengo que reconocer que tampoco soy infalible ;-)