sábado, 13 de agosto de 2016

Encuentre las siete diferencias: cenando con amigos

Número uno. Planificación. Ya lo he dicho pero vuelvo a hacerlo. Esto es Alemania y acá se planifica. Nadie improvisa una invitación a una cena a no ser que sea un estudiante universitario. O un extranjero. Si querés invitar a alguien a cenar, lo más probables es que tengas que pensar en una fecha con dos o tres semanas de anticipación.

Número dos. Horario. Los más mayores cenan a las seis de la tarde. La gente más joven se permite horarios más flexibles. Siete, ocho de la noche. Quizás un sábado a las nueve, pero en líneas generales, si es durante un fin de semana, una cena con amigos está estipulada para empezar alrededor de las ocho. Dependiendo de la familia, quizás hasta les parezca un poco tarde.

Número tres. Puntualidad. Si les decís que vengan a las ocho, cuidado, lo más probable es que tus invitados lleguen entre las ocho y las ocho y diez. Ocho y cuarto a más tardar si es que tuvieron problemas para encontrar estacionamiento. Nada de pensar “digo a las ocho para que lleguen a las ocho y media”. Si lo hacés seguramente vas a tener que salir de la ducha para abrirles la puerta.

Número cuatro. Los zapatos. Algo que en Bariloche es bastante frecuente, acá es norma. Cuando llegás a un lugar, te descalzás. Te sacás las zapas y adentro andás en medias. Los muy organizados tienen pantuflas portátiles. Ya sabés. Si te invitan a cenar, asegurate de llevar medias decentes. Lo más probable es que tengas que mostrarlas. Si mamá, vos siempre lo dijiste.

Número cinco. Regalos. Acá se estila que los invitados traigan algo. Pueden ser flores y/o velas. Si son flores, hasta donde tengo entendido hay que sacarles el envoltorio antes de entregarlas. Si es una vela, lo que corresponde es prenderla durante la cena. También pueden traer vino –nunca falla- o, llegado el caso, una ensalada. Por ahora, me resisto a las flores.

Número seis. Vino. No puedo decir que se trate de una norma a rajatabla, pero hasta donde he podido ver parece que en el país de la cerveza la gente lleva vino para cenar. Entre los más jóvenes da un cierto aire cool. Por lo visto, parece que la cerveza queda para las salidas, las comidas al paso, los almuerzos y las tardes de calor. Pareciera que para un cena en casa el vino ES la opción.

Número siete. El escape. Si dijiste bueno, muchas gracias por todo, nosotros mañana tenemos que levantarnos temprano y enfilaste para la puerta, tené en cuenta que es el invitado quien debe abrirla para irse. En general no está muy bien visto que el anfitrión abra la puerta para que sus invitados se vayan. Irse es una prerrogativa del invitado, por tanto es su derecho abrir la puerta cuando quiera. A mí que me disculpen pero aún no me sale estar en la casa de alguien y abrir la puerta como si fuera lo más natural del mundo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta eso de que el invitado es quien abre la puerta para irse.

Nicolás dijo...

Reconozco que la idea no carece de sentido... Pero aún no me siento cómodo poniéndola en acción

Anónimo dijo...

La verdad es que no parece fácil encontrarse siendo el primer invitado que tiene que abrir la puerta para irse. Y, después de que uno de los presentes se anima, ¿ocurre alguna reacción en cadena? Como cuando alguien no quiere ser el primero en levantarse y entregar un examen....