De Othmarsingen a Lenzburg
Esta parte del
trayecto ya me la sé de memoria. Y no es para menos, en los últimos diez días
la debo haber hecho más de cinco veces. De día, de noche, para un lado o el
otro.
De Lenzburg a Aarau
Miro la
aplicación mágica que guía mis viajes. No llego ni salgo del andén misterioso.
Claro, ahora que conozco el viejo truco del andén que está cruzando la calle,
no necesito usarlo. Búuuuu…
De Aarau a Berna
Tengo un ratito en
Berna. Aprovecho para hacer una recorrida rápida por la ciudad sin aventurarme
a ir más allá de algunos lugares que ya conozco. Por suerte ya no están
trabajando en el congreso suizo y puedo hacerme una mejor idea del edificio
ahora que no hay andamios por todos lados.
De Berna a Visp
Tomo el tren en Berna
que me lleva a Visp. Por alguna razón al pensar en la ciudad pienso en una
avispa. Lamentablemente en Visp tengo sólo cinco minutos, así que no puedo
saber si hay exceso de panales o qué en la ciudad. Mi nuevo tren es uno de los
trenes especiales con ventanales más grandes y aunque no es el Glacier Express,
haremos un tramo de la rua panorámica.
El património histórico
Em alemán, inglês, francés e italiano nos informan que
estamos acercándonos al trayecto que fue declarado patomonio histórico de
UNESCO. Se trata de una serie de
túneles y puentes que, para la época fueron toda una serie de proezas de la
ingeniería.
Llegada a Zermatt
Zermatt es uno
de los centros de esquí más famosos de Suiza. La ciudad me hace acordar un poco
al cerro catedral, claro que mucho más grande, con muchísimos más hoteles y con
una particularidad. En Zermatt no están permitidos los autos. Sólo se puede
llegar en auto hasta el pueblo anterior. Luego hay que seguir en tren o,
llegado el caso, a pie.
Frente a esta
situación los hoteles de la ciudad disponen de un ejército de carritos de golf que surcan la
ciudad a una velocidad que, les puedo asegurar, es bastante mayor de lo que se podría imaginar. Así que mejor está atento.
Las cabañas de
madera y los hoteles rebosan de flores. No sé cómo hacen, pero los geranios,
las violetas de los Alpes, las rosas, todo está en flor.
Pero no sólo hay
flores al por mayor por las calles de Zermatt. También hay
turistas. Muchísimos. Casi demasiados.
En mi camino al
Matterhorn paso por el barrio al que trasladaron algunas de las cabañas
históricas del pueblo. Hay que reconocerlo, son pintorescas. Como resultado me
emociono sacando fotos sin olvidar que la
montaña del Toblerone aún me espera.
De Zermatt, al Matterhorn
Mi Swiss Pass tiene descuento para el teleférico que va al Matterhorn.
Ieiiii… Miro mis zapatillas pseudo
Topper y miro la montaña. De nuevo. Las zapatillas y la montaña. Lo pienso un
segundo y decido sacar solamente ida. Bajaré caminando. No es el calzado ideal
pero es lo que hay.
El ascenso se hace en dos
tramos y al finalizar llegamos a una plataforma desde donde es posible seguir
subiendo. Quienes quieren pueden llegar a la parte de los glaciares y a las
nieves eternas. Para mi sorpresa hay, a pesar de ser verano, esquiadores/as aquí
y allá que siguen viaje. Yo, por mi parte, me doy por satisfecho.
Sí, no sé por qué pero hay una
nube que parece enganchada a la montaña. Como si el viento quisiera llevársela
pero la montaña deseara reternerla.
Luego de dar una vuelta por
los miradores decido emprender la bajada. Claro que no hay UNA bajada. Hay
montones. A Zermatt vía Furi, a Zermatt vía Lago XX, a Zermatt vía XY. Elijo un
camino intermedio, ni el más corto, ni el más largo. Vía Furi, que es un
pueblito que está en medio de la montaña, literal y figuradamente.
Mientras voy bajando me cruzo
con una pareja. Decido saludar en suizo-alemán. Digo Grüezi mientras nos cruzamos. Bonjour,
me responden. Con la siguiente persona con la que me cruzo vuelve a pasar lo
mismo, así que al tercero le digo Bonjour,
pero claro, me responde Bongiorno. Ok.
Al siguiente le digo entonces Bongiorno pero,
obviamente, me responde en alemán. Ok.
Hallo! le digo a la pareja que me cruzo después. ¡Hola! me responden. Está claro que no le voy a pegar a ningún idioma,
así que decido esperar a que me saluden para responder.
Mientras tanto llego a Furi,
un pueblo que, como otros de la región, está compuesto por cabañas de madera
sobre pilotes y techos de lajas. Larita me contó que normalmente entre el
pilote y la cabaña hay una laja para que los ratones no puedan acceder a la
casa.
Furi no es el único pueblo que
me cruzo en mi bajada a Zermatt. En verano todos ellos parecen vivir casi
exclusivamente del turismo. De qué podrán vivir en invierno parece ser todo un
misterio. Pero, seguramente, algo habrán de hacer.
De
Zermatt a Lenzburg
Por
primera vez regreso hasta Lenzburgo por la misma ruta que me trajo. Exactamente
la misma ruta. Podría decirse que es un evento único. A fuerza de haber pasado
mil veces en los últimos tres días las estaciones de tren de Berna, Lucerna o
Zürich me resultan extrañamente familiares. Pero hoy no vuelvo a Othmarsingen.
No al menos, todavía. En Lenzburg me encuentro con los Kellenberger-Saubidet
para ver el festival de artistas callejeros. Así que voy subiendo la cuesta,
que arriba Lenzburg se visitió de fiesta…