Con sus más de seiscientos mil
habitantes, Wroclow es la cuarta ciudad más grande de Polonia y la capital
histórica de Silesia. Hasta acá, todo suena bien pero aún parece una entelequia.
¿Wroclaw? ¿cómo se pronuncia? ¿qué lo qué?
La ciudad perteneció sucesivamente a Bohemia, Polonia, otra vez Bohemia, Hungría, Austria, Prusia, el imperio alemán y de vuelta a Polonia tras la segunda guerra mundial, y en el medio se llamó Vratislav (en checo) y Breslau (en alemán). Pero vayamos en orden. Se supone que la fundó el duque Vratislaus de Bohemia a principios del siglo X y que, haciendo uso de mucha originalidad, le dio su nombre.
En el año 990 el duque Mieszko de Polonia la conquistó y parece que doscientos años más tarde ya era, junto a Cracovia y Sandomierz, una de las tres capitales del reino de Polonia (corte itinerante, rey que anda yirando por sus dominios, múltiples capitales). Por su posición estratégica en el cruce de la vía Regia con la ruta del ámbar la ciudad se enriqueció y prosperó hasta que, claro, la riqueza y la prosperidad atrajeron a los mongoles. Durante la primera invasión mongola la ciudad fue abandonada y sólo el castillo (que no fue tomado) fue uno de los pocos edificios de piedra lograron sobrevivir.
La ciudad perteneció sucesivamente a Bohemia, Polonia, otra vez Bohemia, Hungría, Austria, Prusia, el imperio alemán y de vuelta a Polonia tras la segunda guerra mundial, y en el medio se llamó Vratislav (en checo) y Breslau (en alemán). Pero vayamos en orden. Se supone que la fundó el duque Vratislaus de Bohemia a principios del siglo X y que, haciendo uso de mucha originalidad, le dio su nombre.
En el año 990 el duque Mieszko de Polonia la conquistó y parece que doscientos años más tarde ya era, junto a Cracovia y Sandomierz, una de las tres capitales del reino de Polonia (corte itinerante, rey que anda yirando por sus dominios, múltiples capitales). Por su posición estratégica en el cruce de la vía Regia con la ruta del ámbar la ciudad se enriqueció y prosperó hasta que, claro, la riqueza y la prosperidad atrajeron a los mongoles. Durante la primera invasión mongola la ciudad fue abandonada y sólo el castillo (que no fue tomado) fue uno de los pocos edificios de piedra lograron sobrevivir.
Cuando fue
repoblada, el grupo mayoritario fueron los alemanes, lo que comenzó a darle un
carácter especial a la ciudad. Con tanta germanidad pululando por las calles,
el alemán empezó a transformarse en la primera lengua aunque siguió habiendo
comunidades de bohemios, polacos y judíos.
Desde el siglo XIII los edificios de
ladrillo rojo comenzaron reemplazar a
los de madera y los pocos de piedra que había. Particularmente, las iglesias, que empezaron a ser de ladrillo. Y si hay algo que en Wroclaw puede contarse al por mayor son las iglesias.
Especialmente en las islas de arena, unos islotes que están en medio del río y que fueron por su fácil defensa, el lugar de nacimiento de la ciudad.
Allí están, entre tantas otras, la catedral, una de las pocas iglesias de la ciudad con dos torres similares (aunque son ligeramente diferentes).En 1335 la ciudad, que ya había adoptado el nombre alemán de Breslau, fue conquistada por el reino de Bohemia e incorporada al Sacro Imperio Romano Germánico. Si la ciudad ya tenía una cierta onda alemana esto no hizo más que acentuar la tendencia.
La municipalidad y la plaza del mercado, invadidas por la Navidad
Cuando
Bohemia se unió con Hungría, la ciudad pasó a depender del nuevo reino, y
cuando éste se unió con Austria, bueno, básicamente lo mismo.
La verdad es que en la plaza se nota toda esta influencia cultural y arquitectónica de Bohemia y de Austria. No menos cierto que uno de los secretos para una plaza memorable acá queda bastante claro. La clave no son sólo los edificios, sino también los colores de los que están pintados.
Al igual que Bohemia, los habitantes de Silesia quisieron sumarse a la reforma protestante pero, ya se sabe, donde hay Habsburgos, la iglesia católica no se toca.
La verdad es que en la plaza se nota toda esta influencia cultural y arquitectónica de Bohemia y de Austria. No menos cierto que uno de los secretos para una plaza memorable acá queda bastante claro. La clave no son sólo los edificios, sino también los colores de los que están pintados.
Al igual que Bohemia, los habitantes de Silesia quisieron sumarse a la reforma protestante pero, ya se sabe, donde hay Habsburgos, la iglesia católica no se toca.
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