jueves, 2 de marzo de 2017

Ayudame que no te entiendo

Llevamos quince meses viviendo en Alemania y siento que, poco a poco, algunas cosas han ido aclarándose. No es que entienda todo lo que escucho ni mucho menos. Pero, más allá de cierta mejora lingüística también he (¿hemos?) comenzado a entender un poco más a los/as alemanes/as. Claro que hay grandes cuestiones que aún no logro racionalizar (por qué votan cómo votan, porque se quejan cómo lo hacen, por qué todos sienten que hay una crisis pero la economía crece, el desempleo no aumenta y (casi) todos siguen consumiendo a niveles siderales. Es cierto, hay grandes temas que no comprendo aún. Pero también están los otros, los detalles, las cositas pequeñas del día a día que aún siguen siendo un misterio absoluto. De eso se trata esta entrada. De las pavadas de todos los días que para los alemanes son lo más normal del mundo pero que sigo (seguimos, creo) sin entender, aún hoy, quince meses después.

La mochila que paga boleto
Esto ya lo mencioné un montón de veces pero sigo sin entenderlo. Alguien que me explique por qué, porque yo no puedo. La gente que viaja en el transporte público con la mochila sentada en el asiento de al lado. O sea, vas en el tranvía vacío, perfecto, te lo entiendo. Pero cuando se empieza a llenar, no sé, en algún momento agarrás tus cosas y las ponés o bien en el piso, o bien arriba tuyo. Pero no. Incluso cuando empieza a haber pasajeros parados, la mayoría espera que venga alguien y les pregunte si el lugar está libre. ¿Quién va a estar sino? ¿o pagaste un boleto para tu mochila? ¡Por favor! A ver Mamita, ¿te lo tengo que pedir? Si está el bondi lleno, ves que hay gente parada y alguien que te mira, ¿qué va a querer? ¿invitarte a bailar? ¡No! Lo más probable es que quiera sentarse. ¿Necesitás que vengan y te pregunten si el asiento está libre? ¿en serio?

Los asientos sin numerar
Yo entiendo que hasta pocos años no había micros de larga distancia en Alemania. Los viajes largos se hacían en tren y todos felices. Hasta que el gobierno desreguló el mercado de transporte y aparecieron las primeras empresas de micros. Perfecto. Por eso no hay terminales de colectivos en muchas ciudades. Vamos bien. Ahora, ¿tan difícil es la tecnología de vender asientos numerados? ¿por qué nadie ha descubierto semejante desarrollo logístico? Es cierto que se las arreglan para no sobre vender los viajes, pero igual, no te cuesta nada vender los boletos de larga distancia con asientos numerados. Si no se imaginan la consecuencia, se las cuento. Si viajás con otra persona, te matás por subir primero al colectivo para asegurarte de poder viajar sentado con tu compañero/a de viaje. Sino, te enfrentás a un panorama de mochilas sentadas y actores que simulan estar en transe con tal de que no les preguntes si el asiento está libre. Hay que reconocer que cuando preguntás siempre te desocupan el asiento, pero igual, no cuesta nada.

El tetris callejero.
Esto no sé si pasa en toda Alemania pero sí es muy común en Dresden. Muchas calles no son especialmente anchas. Sí hacés que la circulación en estas calles sea mano y contramano, no podés permitir que se pueda estacionar en los dos lados. Y viceversa. Parece una obviedad pero no lo es. Como resultado, hay demasiadas calles que son mano y contramano pero en las que difícilmente haya lugar para dos autos. Ergo, cada vez que se cruzan dos autos que van en direcciones opuestas uno tiene que retroceder, meterse en una entrada, estacionar o jugar al tetris callejero como para que el otro pueda pasar.

Los boletos caprichosos
Este tipo de situación es especialmente común en el tren. Sobre todo si querés comprar boletos por Internet, práctica que no parece ser del todo excéntrica. Y eso que no voy a tener en cuenta los boletos con promociones ni los descuentos mágicos… Ir de la ciudad A a la ciudad B te cuesta, digamos, 5 euros. La lógica indicaría que hacer el trayecto opuesto debería costar lo mismo. Bueno, no. Lo siento. Ir de la ciudad B a la ciudad A quizás te cueste 10 o 15 euros. Pero no sólo eso. Si comprás el ticket combinado para ir de A a B y volver de B a A, seguramente pagues entre 6 y 8 euros. El resultado final es positivo, y entiendo que comprar ida y vuelta sea más barato que comprarlas por separado. Lo que no entiendo es por qué la vuelta debería ser más cara que la ida (o viceversa).

Las mechas de colores.
Obviamente no es nada nuevo. La gente se tiñe el pelo. Ya. ¿Pero te parece teñirte de turquesa con raíces verdes y flequillo fucsia? ¿de dónde sacaste esa idea? A ver mamita –aunque también hay que decirlo, no sólo las mujeres practican semejante temeridad capilar- decime, ¿necesitabas teñirte de tres, cuatro o cinco colores? ¿y todos al mismo tiempo? Contame, si te teñís el pelo de degradé gris-lila-violeta, ¿con qué frecuencia vas a tener que ir a la pelu para hacerte el mantenimiento? ¿o querés agregarle las raíces castañas o rubias a tu arcoiris?

La basura pirotécnica
En general los/as alemanes/as son limpios/as. Con la notable excepción de las colillas, no tiran papeles al suelo y no se ven las bolsas del super volando por ahí. ¿Entonces? ¿por qué les salta la chaveta en Año Nuevo? ¿Qué les pasa a las 12 del 31 de diciembre? Salen todos como locos con sus petardos, sus cañitas voladoras y todos los juguetes pirotécnicos que se puedan imaginar. Salen, festejan, encienden todo y chau, se vuelven a casa. La basura pirotécnica donde quedó, quedó. Nadie la junta ni la pone en una bolsa hasta muchos días después. ¿Por qué esta rebelión frente a la limpieza? Por momentos parece como una catársis, como si tirar los papelitos en el cesto todo el año les supusiera la necesidad de hacer-cualquier-cosa el primero de enero. Como si fuera un carnaval en el que dejan fluir sus instintos, claro que en lugar de desbandarse, lo único que hacen es dejar la basura donde quedó.
Los tobillos al viento
Yo entiendo. La moda es la moda. Es negocio y es capricho. Este año se usa este color, el año que viene el otro. Hasta acá vamos. Entiendo que se ponga de moda usar pantalones arremangados también. Y que si te vas a arremangar los pantalones (en lugar de comprarte unos capri), obvio que no podés andar mostrando tus medias largas. No, por eso te comprás medias bien cortitas que terminen donde te terminan las zapatillas. Bien. Ahora, ¿es necesario seguir esta moda en invierno? ¡Hace -10 o -5, cero o lo que fuera! ¿A quién le estás mostrando tus tobillos? ¿para qué? Sí, ya sé, la moda no es sobre la practicidad o la comodidad sino sobre ganar plata, pero, ¿hace falta ventilar los tobillos en invierno?

Los guantes suicidas
Gran misterio de la humanidad. ¿Tienen los guantes instintos suicidas? ¿o hay una secta de alemanes que goza con el placer de dejar guantes tirados por las calles? Está lleno y es realmente muy llamativa la cantidad de guantes que hay tirada en parques, veredas y calles. Está bien que no salgan caros, pero tampoco como para perder un par cada día. Eso sí, como ningún alemán/alemana recogería de la calle algo que es de otra persona, la acumulación de objetos extraviados no parece mermar en absoluto.
Los ravioles en lata
¿Quién -en su sano juicio- compraría para cenar una lata de ravioles con salsa lista? Si te venden los ravioles frescos y las salsas listas, ¿qué necesidad hay de comprar una lata (no refrigerada) de ravioles que nadan en una salsa misteriosa? No lo entiendo. Ravioles, en una lata. Nadando en salsa. Con el 87% de la cuota diaria de grasas trans y 75% de sodio. No hay caso.

La hilera misteriosa
Me consta que es un tema compartido. Si estoy detrás de alguien pero no exactamente pisándole los talones, ¿qué te parece? ¿estaré estudiando la formación espontánea de corrientes de aire? ¿O estaré haciendo una cola tratando de no amontonarme? Bueno, parece que en estas latitudes mucha gente no se da por enterada. Por raro que sea, no es tan difícil. Vamos. Si hay una persona pagando, y yo estoy atrás… ¿qué podré estar haciendo? Pero no hay caso. El concepto de hacer cola parece un misterio más grande que el de la popularidad de Paris Hilton. Y eso que no es tan difícil. Aunque, pensándolo bien, quizás el factor de la temperatura tenga algo que ver ya que en Bariloche jamás pude comprobar que se comprendiera el concepto de hacer cola a la hora de esperar el colectivo.

El árbol que dio el mal paso
Este es otro viejo conocido mío. Cuando pagás la factura de la luz podés elegir pagar un plus para promover el desarrollo de energías sustentanbles. Cuando comprás un pasaje de micro te preguntan si querés colaborar con el no-sé-que de la energía solar. En el super te venden verduras orgánicas, bio o lo que fuera, te hacen separar la basura en cinco categorías diferentes, pareciera que hay cierta conciencia ambiental. ¿Y entonces?  ¿tienen vacaciones medioambientales entre noviembre y Navidad? Todos esos pinos y abetos que cortan y adornan las calles, las plazas, los parques, las casas y después tiran a la basura, ¿no son plantas como las demás? ¿Es realmente necesario salir a talar cuanto pino o abeto se te cruce porque es Navidad?
El arroz con leche
Hay gente a la que le gusta y gente a la que no. Cada quien come lo que quiere. Cómo quiere. Dónde quiere. Es más, cuándo quiere. Y si alguien quiere comer el postre antes de la comida, bien. Ahora, una cosa es eso y otra es que me quieran hacer creer que el arroz con leche es un plato principal. ¡No way! El arroz con leche NO es un plato principal. Es un postre. Y digan lo que digan, me voy a mantener firme en este principio.

Amontonate que el bondi va vacío
En el colectivo, el tranvía o el tren suele pasar esto de que la gente viaja con su mochila sentada. Pero aún sin el despliegue de ocupación de asientos, pareciera que para mucha gente el tema está claro. O viajo sentado solo/a o me quedo parado. Bueno, está, si querés hacerlo, hacelo. Perfecto. Pero a veces llegan al extremo de que los pasillos del tranvía están atestados de gente, llegar a la puerta es casi una odisea y ¡voilá! ¡resulta que hay asientos vacíos en los que nadie se sienta! O sea, de repente nadie quiere viajar sentado al lado de un desconocido/a, pero viajar parado/a ensardinado/a entre quince desconocidos es más tolerable. ¿Te parece? 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que nunca había leído esta entrada, en el momento de su publicación quiero decir. ¡Cuantas cosas que llaman la atención y tiempo después tienen un peso distinto! Seguramente queda decir: ahora no parecen tan notables. Excepto lo del arroz con leche como plato principal, en eso coincido