sábado, 18 de noviembre de 2017

Una semanita en Inglaterra: Cambridge

Esto parece un calco de la historia de todas las ciudades que visitamos... Donde está Cambridge hubo (allálejos y hace tiempo) un asentamiento celta del que no queda mucho registro. Luego vinieron los romanos, fortificaron la zona y la dotaron de cierta infraestructura. Más tarde el pueblo fue casi abandonado, lo invadieron los anglosajones y finalmente lo saquearon los vikingos. Yo creo que es cartón lleno. Mirando la historia de buena parte de las ciudades de la región tenemos un capri-capri, alcoyana-alcoyana, ultracomb-ultracomb. Los mismo nombres, procesos similares. 

Siguiendo esta larga lista de coincidencias, después de coronarse como rey de Inglaterra, en el año 1068 Guillermo el Conquistador llegó hasta Cambridge para hacer una de las cosas que mejor hacía. No, no ganar una batalla decisiva sino, en este caso, hacer posesión efectiva del territorio, construir un castillo-fortaleza-prisión y dejar un administrador leal para que cobrase los impuestos reales.
Sesenta años más tarde Cambridge fue reconocida como ciudad, lo que le permitía cobrar sus propios impuestos y no tributar a otro señor más que el rey. Los ciudadanos del lugar -ni lerdos ni perezosos- aprovechron para crear un peaje, un peaje para cruzar en río Cam por el puente (bridge) del pueblo. Cam-bridge. Sí, como origen etimológico parece un poco aburrido pero hay que reconocer que al menos no genera discusiones. De la misma época es también la iglesia redonda, una de las construcciones más antiguas que queda en pie en la ciudad.
En el 1248 ocurrió un evento significativo para el futuro de la ciudad y de todos aquellos que hemos estudiado inglés y hemos tenido que rendir un examen de nivel. Un grupo de estudiantes fundaron la universidad de Cambridge luego de una disputa con los habitantes de la ciudad de Oxford. Estos transforma a la Universidad de Cambridge en la segunda más antigua del país y en la cuarta universidad-actualmente-en-funcionamiento más antigua de Europa y el mundo.
En el 1349 la ciudad sufrió los efectos de la peste negra. No hay registros oficiales del impacto de la peste en Cambridge a nivel general, pero sí de los profesores y curas. Se estima que en estos sectores, no precisamente de los más pobres ni hacinados, murió un tercio del total. Se cree que entre los habitantes más pobres del pueblo el porcentaje de muertes rondó el 50%.
Cuarenta años más tarde parece que las cosas seguían sin repuntar para Cambridge. Por la participación de la ciudad en la Revuelta de los campesinos, Cambridge perdió algunos derechos, especialmente los vinculados con el dinero y los impuestos, que fueron a parar a la Universidad. En contrapestación, la universidad vio el nacimiento del King’s College, en un claro acto de chupamedismo.
La capilla del King's College
Habiendo llegado a este punto es necesario aclarar que, al igual que Oxford, la Universidad de Cambridge no es una universidad en el sentido tradicional del término. No tiene una única sede ni un único campus. Está, por el contrario, conformada por Colleges que son autónomos unos de los otros, que ofrecen distintas carreras con estructuras no siempre exactamente iguales.
Colleges, colleges y más colleges. Casi imposible recordar cuál es cual...
El Kings College es uno de los más representativos ediliciamente hablando y su capilla, comenzada en el 1446 fue finalmente inaugurada por uno de los más archiconocidos reyes ingleses, Enrique VIII. (Ta tendrá su entrada. Paciencia)
Por alguna de esas misteriosas razones de marketing histórico, hay un evento que pasa casi desapercibido. La revolución inglesa. Es cierto que los ingleses no son especialmente afectos a recordarla ni mucho menos a remarcar que fue la primera revolución liberal en la que un rey terminó quedando sin cabeza, pero fue así. Se enfrentaron los partidarios del parlamento con los del rey (que seguía el modelo absolutista) y se armó un lindo tole-tole. Cambridge fue uno de los baluartes de los parlamentarios y se vio en algún momento sitiada por las fuerzas realistas, aunque resistió el asedio y las fuerzas leales al rey fueron rechazadas. Así estuvieron los ingleses. 
A la larga los ingleses estuvieron en cuarenta años de guerra civil, Protectorado de Cromwell, revolución y demás bondades hasta acordar que, para gobernar, el parlamento debía aprobar las decisiones del rey. En este sentido quedó claro el precedente de que el rey que no lo hiciera podía poner en riesgo la relación entre su cuello y su cabeza.
A diferencia de lo que se podría creer, la Universidad resistió algunos de los avances de la revolución industrial, en especial, el tren. ¿Por qué? La razón parece un poco traida de las orejas. Los profesores de la universidad pensaban que la posibilidad de poder viajar a Londres fácil y rápidamente iba a alterar el clima de estudio y tranquilidad en el pueblo. También pensaban que los estudiantes iban a terminar fugándose para pasarla bomba en Londres y volver al pueblo con sus resacas a cuestas. Claro que no lo dijeron de este modo pero era más o menos la idea.
De todos modos, llegado un punto no pudieron con el paso de la historia y la revolución industrial hizo su entrada triunfal (y humeante) en Cambridge.
Por ser un pueblo eminentemente universitario, no tener industrias estratégicas y ser relativamente pequeño, Cambridge salió bastante bien de la segunda guerra mundial. Ocupados en bombardear Londres, la aviación alemana hizo la vista gorda con el pueblo, lo cual es una verdadera suerte para nosotros.

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