Entre
la caída del imperio romano y la formación del reino de Inglaterra
hay un período de unos quinientos años caracterizados por, entre
otras cosas, las invasiones danesas, las incursiones vikingas y la
existencia de no uno ni dos ni tres sino bastantes más reinos en lo
que hoy es Inglaterra. Mercia, Sussex, Wessex, Northumberland…
Probablemente hoy estos nombres ya no nos suenan a nada salvo a papel
absorvente para la cocina.
Las
siempre cambiantes fronteras entre estos reinos solían establecerse
por accidentes naturales, como por ejemplo, los ríos. El río Oxen, por
caso. En una época en la que los puentes eran mucho menos comunes, los vados (ford, en inglés) eran de una gran importancia ya que
permitían la comunicación entre dos orillas y, probablemente, dos
autoridades. Para esta altura ya tiene que estar claro. Si ford es
vado, entonces, el antiguo pueblo de Oxenaforda será, precisamente,
el vado sobre el río Oxen. Estamos hablando –década más, década
menos- del año 900.
En
1066 cuando los normandos conquistaron Inglaterra, el nuevo
gobernador de la región mandó construir el castillo local, para
reforzar militarmente su posición. Afortunadamente para él, el
castillo nunca fue puesto a prueba.
Cerca
de cien años más tarde el rey Enrique II le otorgó a la ciudad una
carta que establecía una serie de beneficios y un estatus similar al
de la capital del reino. Entre estos beneficios se encontraba estar
libre de tener que pagar tributos a señores feudales menores, lo
cual atrajo, no sólo a más población sino también a una larga
serie de órdenes monásticas, que terminaron estableciéndose en el
lugar. Los monasterios eran, entre otras cosas, lugares con una
función cultural y educativa importante. Allí se aprendía a leer y
a escribir, se copiaban los libros, se fundaban bibliotecas. De ahí
que la fundación de la universidad de Oxford en el siglo XII no
fuera una sorpresa para nadie.
Cien
años más tarde del establecimiento de la Universidad se afianzaron
algunos de los primeros collages: University college, Balliol y
Merton. Tanto la universidad de Oxford como la de Cambridge poseen
una estructura basada en los colleges, instituciones co constitutivas
de la universidad donde se ofrecen clases, cursos, alojamiento y
facilidades estudiantiles, como bibliotecas, comedores y espacios de
trabajo.
De hecho, la universidad en sí misma, al menos del modo en el que entendemos nosotros a una universidad, no existe. Es más bien una federación de todos estos colleges (en la actualidad más de treinta) que se fueron fundando entre el año 1263 y los últimos, surgidos a finales del siglo XX.
Colleges al por mayor, imposible recordar cuál es cual
A pesar de que hoy en día existe una íntima asociación entre la ciudad y la universidad, las
relaciones no fueron siempre del
todo fáciles. De hecho, en más de una ocasión docentes, estudiantes y
habitantes de Oxford se enfrentaron en términos no del todo
amistosos. Las protestas de unos contra otros fueron bastante
frecuentes y en caso de llegar a las manos las cosas podían
complicarse. Como en el año 1355, cuando casi cien personas murieron
en los enfrentamientos entre ambos bandos.
En
el siglo XVI se inauguró el nuevo edificio de la Christ Church,
colegio cardenalicio, catedral y parte constitutiva de la
universidad. Todo en uno. Y por si fuera poco, cuenta la leyenda que
fue la principal inspiración para el Gran Hall de las películas de
Harry Potter.
Arriba y abajo, el Christ Church college |
Además
de haber sido inspiración, son muchos los edificios de la
universidad que sirvieron de escenario para la filmación de las
aventuras cinematográficas de Harry, Ron y Hermione. De hecho son
varios los colleges que se promocionan con carteles del estilo: acá
se filmó tal escena de Harry Potter X. En
general esos son los lugares en los que hay que pagar para entrar
pero, a no desesperarse, esas entradas suelen costar entre uno y
cuatro euros.
Arriba la iglesia del Christ Church college, catedral de Oxford. Abajo, otras dependencias del college. |
Sin haber sido nunca capital formalmente de Inglaterra, en los siglos XIII y XIV la ciudad recibió en más de una ocasión al parlamento inglés. También recibió al rey y a la corte. De hecho, a comienzos de la guerra civil inglesa, en 1642, luego de que se pudriera todo el parlamento expulsara al rey de Londres, Carlos I llegó a Londres con la cola entre las patas. Para variar, no encontró el apoyo que esperaba, pero a falta de mejores lugares dónde instalarse se quedó, al menos hasta que la población rindió la ciudad frente al parlamento.
¿Griffindor o Ravenclaw? Mmmm...
Se ve que así comenzó un hábito de la monarquía inglesa, porque algunos años más tarde, la corte volvió a instalarse en Oxford cuando Londres fue azotada por la gran plaga de 1665.
Arriba, la biblioteca de la universidad. Abajo, los colleges Brasenose y Magdalen
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