jueves, 9 de noviembre de 2017

Cruzar la calle en tiempos del Whatsapp

En general, cruzar la calle en Alemania no es una tarea particularmente compleja. En especial si hay semáforos. Claro que el hecho de que sea simple no implica per se que sea una tarea rápida. Sobre todo si se trata de un boulevard por donde, además, circulan tranvías. En este tipo de situaciones suele haber tres semáforos. Uno para cruzar la mano que va, luego uno para cruzar las vías del tranvía y, finalmente, otro para cruzar la mano que viene. De más está decir que los tres semáforos no suelen estar del todo coordinados.

Para ir a uno de los institutos de idioma en los que doy clases tengo que enfrentarme a estamisma seguidilla de semáforos. Cuando estoy llegando al primer semáforo veo que el hombrecito verde se apaga y se enciende el rojo. Bueno, habrá que esperar. Mientras espero miro hacia delante y veo que frente al último semáforo del cruce hay un hombre concentrado en algo que lleva en la mano. Asumo que se tratará de un teléfono y que el señor está leyendo, escribiendo, enviando o recibiendo algún tipo de mensaje. Tan concentrado está que no se da cuenta de que tiene semáforo verde para cruzar.

Para cuando finalmente levanta la mirada el semáforo ya está en rojo, así que sigue tipeando. O leyendo. O lo que sea que esté haciendo. Unos instantes después vuelve a levantar la mirada pero aún no le está permitido cruzar.

Mientras tanto mi semáforo ya está en verde así que avanzo hasta la plazoleta pero frente a las vías del tranvía tengo que esperar. Se ve que hoy no es mi día de suerte. Parece que para el señor tampoco. Su semáforo ahora le permite cruzar, pero está tan enfrascado en lo que ocurre en su teléfono que él no lo nota. Para variar, cuando vuelve a levantar su mirada el semáforo ha vuelto a estar en rojo.

De este lado el tranvía ya ha pasado y el semáforo se apaga. Puedo avanzar y ponerme junto al señor que está tan ocupado como antes con su zombie texting. Sigue tipiando y leyendo. Hasta que tenemos, finalmente, luz verde para cruzar. Claro que él no se da cuenta. Espero unos segundos y cruzo. Se ve que percibe con algún sentido adicional mi movimiento y levanta la mirada. Ve la luz del semáforo y, finalmente, logra cruzar. Me intriga saber cuánto tiempo ha estado esperando efectivamente para hacerlo. Quizás, si supiera su número de teléfono, podría mandarle un mensaje para averiguarlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Malas noticias, amigo: se trata de una epidemia global = una pandemia. Todavía no se ha conseguido crear una vacuna.

Anónimo dijo...

La zombie pandemia. La cura es bastante fácil. Sólo hay que meterse el celular en el bolsillo.

Nicolás dijo...

Es cierto que la cura es fácil. Lo que parece más difícil es que los/as involucrados/ quieran curarse. Alguna vez nos pasó de estar con Diego en una heladería y notar que de las cinco o seis mesas ocupadas sólo en dos existía un diálogo real en el que la gente charlaba conla persona sentada enfrente.

Anónimo dijo...

No sólo los zombies quieren seguir siendo zombies sino que además quieren convertir a otros