sábado, 11 de noviembre de 2017

Una semanita en Inglaterra: Canterbury

Cuando empezamos a planificar el viaje a Londres nos pasó (¡sorpresa!) lo de siempre... no quisimos quedarnos sólo en Londres y nos preguntamos qué más podríamos ver en la región sin tener que viajar horas y horas. Al principio parece que las opciones-excusas para dejar Londres atrás uno o dos días no son tantísimas. Pero... después de un rato de sentarse, pensar, hacer memoria, buscar en internet y chusmear algunos blogs de viaje... voilá, apareció una lista de opciones que requeriría mucho más tiempo del que disponíamos. 

Oxford y Bath eran para mí dos lugares que quería visitar sí o sí. El resto era una gran incógnita. Cambridge, Oxford, Birmingham, Dover, Canterbury, Strattford-upon-Avon, Windsor... ¿Qué hacer? ¿qué descartar? ¿se pueden combinar? ¿tiene sentido viajar dos horas para estar una o dos horas en un lugar?

Nos decantamos por ir un día a Cambridge y otro a Canterbury y Dover. Todo se puede hacer en tren. Y si bien ir de Londres a Canterbury, de Canterbury a Dover y de Dover de vuelta a Londres implica tomar unos cuantos trenes, tampoco son tantísimos y -si se anda sin prisa pero sin pausa- puede hacerse todo en un día. Además, el trayecto de Dover a Londres de hace bastante velozmente a pesar de ser el más largo, ya que hay trenes más rápidos que no necesariamente paran-en-todas.
Primer destino del día: Canterbury. Ir a Canterbury es, básicamente, ir a ver su catedral y, de paso, dar media vuelta por el pueblo. De todos modos, no hay que engañarse. A pesar de que el resto no está mal, lo que justifica el viaje es el edificio donde se asienta la principal autoridad religiosa del país. 
Durante la época romana, Canterbury había sido un centro administrativo relativamente importante que contaba con templos, anfiteatro y hasta baños públicos. Luego del siglo V la ciudad decayó hasta casi desparecer pero doscientos años más tarde se establecieron una serie de monasterios y, por supuesto, la iglesia que se convertiría más tarde en la catedral del lugar. El objetivo de la empresa: evangelizar a los anglosajones. (También a los jutos, que invadieron la isla junto con anglos y sajones pero que son normalmente olvidados).
De hecho la evangelización de buena parte del sur de Inglaterra fue dirigida desde Canterbury, de ahí que haya sido sede el arzobispo primado de Inglaterra primero, y de la cabeza de la Iglesia Anglicana después.
Donde se encuentra hoy la catedral hubo ya desde el siglo VI una iglesia que se amplió y reconstruyó en sucesivas ocasiones. Por ser sede de un rico obispado, la ciudad era objeto de saqueos de vikingos y afines, llegando a ser severamente dañada en más de una ocasión y prácticamente destruida durante la conquista normanda.
Con tantas idas y vueltas, conquistas y ataques, nada queda del edificio original. La actual catedral fue construida a lo largo del siglo XI en estilo románico y remodelada en estilo gótico durante los siglos XIII y XIV, cuando obtuvo su actual apariencia. Hablando de apariencias, la que ofrece el frente de la catedral hoy en día no es -precisamente- la mejor. A medida que nos acercábamos al edificio comenzamos a ver que las torres del frente (como el resto de esta cara de la iglesia) estaban escondidas detrás de los (tristemente) conocidos y siempre inoportunos andamios.
¿Qué se le va a hacer? C' est la vie. Siempre hay algo bajo andamios. Y cuando no están pintando esto, están reparando aquello o reconstruyendo esto otro... El interior de la catedral -que es patrimonio de UNESCO- también estaba siendo restaurado en ciertos sectores.
Ya sé lo que estarán pensando. Que soy un exagerado porque la catedral no se ve tan terriblemente llena de andamios, a excepción de la primera foto, claro está. Y la verdad es que ni. No es es terrible la cantidad de andamios pero no se dejen engañar por las fotos. Hemos hecho mil y una piruetas para que las obras de mantenimiento quedasen ocultas detrás de alguna torre, pared u edificio. 
Y si no se enojan, nos tenemos que apurar un poco, porque aún debemos ir a Dover, llegar con tiempo suficiente como para alrmorzar, pasar por el castillo y visitar los acantilados blancos. Mejor, nos ponemos en marcha.

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