Número uno. Onda. (En este caso, cero
onda). Los alquileres que tienen un valor menor a cierto monto no pagan
comisión a la inmobiliaria que los alquila. Mejor dicho, quien alquila no debe
pagar comisión. Como resultado (o no)
de esta situación las inmobiliarias le ponen cero (realmente CERO) onda a esos
casos. Se demoran días y días en contestar los e-mails, si es que los
contestan. Para organizar una cita y visitar el lugar se requiere -mínimo- una
semana y, cuando finalmente te muestran el lugar lo hacen como una especie de
trámite express, como si mudarse
fuese algo de todos los días.
Número dos. La mesada (o mejor dicho, su falta). Ya lo dije pero no por
ello puedo no repetirlo. En la gran mayoría de los casos los departamentos y
casas se alquilan sin mesada, sin cocina, sin bacha. O sea, una habitación
vacía más. Las mesadas las colocan los/as inquilinos y luego se las llevan (o
las venden). Incluso hay casos en los que se llevan hasta los cerámicos del
piso y las paredes (aunque usted no lo crea). Es posible venderle la cocina al
inquilino/a siguiente, pero para eso necesitás dar con él/ella por tu cuenta y
arreglar.
Número tres. Instructivo de ventilación. Todos los alquileres incluyen
un instructivo acerca de cómo ventilar. No me refiero a una paginita que dice “che, cada tanto ventilá”. No. Es un
instructivo con pasos, explicaciones detalladas y dibujos ilustrativos. De más
está decir que los/as alemanes/as los siguen al pie de la letra. Acá todo el
mundo (posiblemente con la excepción de buena parte de los/as extranjeros/as)
ventila sus hogares y espacios de trabajo, al menos, dos veces por día por,
como mínimo cinco o diez minutos. Es super importante porque si al devolver el
departamento o casa la inmobiliaria encuentra manchas o restos de humedad,
bueno, está claro quién es el responsable.
Número cuatro. La firma del contrato. ¿Certificar firmas? ¿escribano/a?
¿firmar el contrato en la inmobiliaria? No, para nada. La inmobiliaria imprime
el contrato y se lo manda por correo a una de las partes. Lo firman y lo envían
por correo de vuelta a la inmobiliaria, que se lo manda por correo a la otra
parte para que lo firme y haga lo propio. Parece más cómodo pero a la larga es
más lento que ir, firmar y listo. Ni hablar si el contrato viene con algún
error en las fechas. Para variar, ése fue nuestro caso, sin mencionar que,
además, se olvidaron de confirmarnos que el contrato les había llegado firmado.
Número cinco. Garantías. ¿Garantía propietaria? En las ciudades alemanas
la mayoría de las personas alquila. Mucha gente alquila (y vive) en el mismo
lugar por larguísimas cantidades de años. Treinta, cuarenta o cincuenta años.
Como resultado, en muchas familias nadie tiene una propiedad. Sea por esta o
por otra razón no existe la figura del garante. Te chequean en una especie de veraz (para lo cual necesitan pedirte
que los/as autorices a hacerlo), te piden recibo de sueldo y si todo está más o
menos en orden, ¡listo!
Número seis. Inventario. Si la casa está vacía, pero absolutamente
vacía, ¿por qué tanto lío con el inventario? Porque es Alemania, y acá las
cosas se hacen así. El inventario es super riguroso. Hay una ficha que
completar para cada habitación:
Número de paredes (como si alguien fuera a robarse una). Material.
Estado de la pintura. Número de aberturas. Material. Estado. Piso. Material.
Estado.
Por ejemplo, una descripción del estado de las puertas puede ser: una puerta de madera maciza con cerradura y
manija de bronce y madera. Pintada de blanco, un poco más oscuro que el de las
paredes. La pintura no es nueva y da muestras de rozamiento pero se encuentra
limpia y sin rasguños.
Y así con cada pared, puerta y ventana.
Número siete. Lámparas. Nada por aquí, nada por allá. No me refiero a lámparas
lindas. Tampoco a los focos o lamparitas. Simplemente, quizás, a lo mejor,
sería lindo un portalámparas. Básico, elemental. No. Se ven un par de cables
sueltos y listo. Al menos no los cuentan en el inventario.
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