Como se imaginarán, con el tiempo la ciudad, fue creciendo.
Como consecuencia se extendió más allá de las murallas que la protegían y
terminó por cruzar el río junto al que había nacido. Hasta acá, todo normal.
Son muchísimas las ciudades que son fundadas en la costa de un río y que al
crecer se expanden sobre la orilla de enfrente.
Pero en este caso hay una
particularidad. Este río se llama Neisse. ¿Y con eso qué? Cuando Alemania
perdió la segunda guerra mundial se fijaron los nuevos límites que reducían el
territorio del país. A partir de entonces la frontera este alemana quedó delimitada
por dos ríos; el Oder y el Neisse. ¿Entonces? La ciudad quedó dividida. La
parte occidental de la ciudad quedó en Alemania y es Görlitz. La parte oriental
de la ciudad quedó en Polonia y es Zgorelec. Por raro que parezca, la ciudad
dejó de ser (sólo) una unidad y se transformó en dos ciudades separadas que
están en dos municipios diferentes, cada uno en un país distinto.
Con toda esta historia no resulta extraño que la ciudad
tenga un patrimonio artístico rico y variado. Hay de todo un poquito… torres
románicas, iglesias góticas, edificios renacentistas, centros de compras de
estilo art Nouveau y (casi) todo lo
que uno pueda imaginar.
Dicho sea de paso, el Schönhof (el que aparece pintado de gris y colorado) es considerado como el edificio
de estilo renacentista más antiguo de la región.
Por si a alguien le parece que la ciudad le suena de algún
lado, efectivamente, es muy posible. No porque la perla de la Lusacia sea un destino de primera línea sino porque,
debido a su buen estado de conservación, es escenario usual de películas y
publicidades. Entre otras, Bastardos sin
gloria, El lector (The reader) y La ladrona de libros (The book thief)
contienen escenas filmadas en esta pequeña ciudad del este alemán.
Además, Gran Hotel
Budapest también fue filmada principalmente en Görlitz. De hecho, buena
parte de los interiores del hotel son una tienda abandonada que fue ambientada
para la película. Sé que con este comentario se me va a caer una década
quizás quede en en evidencia que no soy un veinteañero pero… por momentos el
lugar me hizo acordar al edificio de Harrods en plena calle Florida. Un gigante
que conoció épocas mejores y que ahora está ahí, olvidado, esperando a que
alguien lo descubra y le pula un poco el brillo.
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