Los Luxemburgo gobernaron desde 1310 hasta 1437, cuando
entraron en acción los reyes de Hungría. Bohemia y Hungría se unieron, aunque
sólo Bohemia siguió siendo parte del Sacro Imperio y no así Hungría.
En fin… ¿a qué no saben quién fue elegido rey de Hungría y
Bohemia en 1526? ¡Sorpresa! Un Habsburgo. Desde entonces –y hasta el fin de la
primera guerra mundial- Bohemia y el resto de la actual República Checa
formaron parte de Austria, el imperio austríaco o, en su defecto, el
austrohúngaro.
Praga quedó limitada a ser la capital provincial en una
relación no siempre del todo relajada con Viena. Prueba de eso son las
sucesivas revueltas bohemias que ya sea
por cuestiones de religión primero y más nacionalistas después, pusieron en
jaque el dominio austríaco en la región. De hecho, la Guerra de los Treinta
Años (si a alguien le suena) tuvo su comienzo aquí en Praga. El detonante para
tal acontecimiento parece haber sido que un par de enviados austríacos se
habrían acercado demasiado a una ventana. Tanto se acercaron que en vista de
las malas noticias que trajeron a la ciudad, lamentablemente, cayeron. Como
nota al pie, ventana en latín se dice fenestram
(en alemán, Fenster). Con este
modesto acto no sólo se dio inicio a la guerra de los treinta años sino también
a un verbo, defenestrar.
Como la ciudad tiene una larga tradición de accidentes y
defenestraciones, en nuestra primera visita hemos decidido mantenernos a cierta
distancia de la mayoría de las ventanas, prestando atención a lo peligroso que
suele ser en Praga acercarse demasiado a las mismas.
Con su larga tradición de idas y vueltas Praga pronto se
transformó en una especie de Babel centroeuropea en donde el checo, el alemán,
el yiddisch y hasta el húngaro eran habituales. Buena parte de la población era
bilingüe (normalmente checo-alemán) pero ciertamente los había más políglotas
también.
Resulta imposible hablar de Praga sin mencionar a uno de sus
escritores más famosos. Franz Kafka. Kafka también daba cuenta del carácter
cosmopolita de la ciudad. Un escritor de origen judío que escribe en alemán en
la capital bohemia de una provincia del imperio austrohúngaro. En general en
sus obras suelen repetirse estas situaciones, con personajes que suelen
representar a los habitantes checos, alemanes y judíos de Praga. En esta
primera ida a Praga no visitamos el museo de Kafka pero seguramente ya
tendremos ocasión de regresar a la ciudad y volver a tocar el tema.
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