viernes, 1 de julio de 2016

Los jardines del señor Schreber

Los Jardines del señor Schreber son un clásico del mundo alemán y germano parlante en general. También existen en otros países europeos (Escandinavia, Inglaterra, varios países eslavos) y en cada lugar tienen, como siempre, un nombre diferente. Aquí se los conoce como Kleine Gärten (Pequeños jardines) o GartenVerein (Asociación o Comunidad de Jardines). En Sajonia particularmente también se los llama Schrebegärten en honor al médico que impulsó su establecimiento.

Allá lejos y hace tiempo, (o no tan lejos y no hace tanto) en plena revolución industrial germana muchas familias empezaron a migrar del campo a la ciudad. En general estas familias se establecían como podían en donde podían. Las condiciones de salubridad eran cero, la infraestructura nula y muchas veces las familias terminaban viviendo hacinadas en construcciones sin servicios y mal ventiladas en las inmediaciones de las fábricas. Es esa misma imagen de Tiempos Modernos o de cualquier otra película de Charlie Chaplin donde la familia comparte habitación y la existencia de la comida está sujeta a la continuidad laboral de sus distintos miembros.

En general las condiciones de vida de los sectores trabajadores urbanos (¿se seguirián reivindicando como proletarios?) dejaban bastante que desear y a mediados del Siglo XIX un médico de Leipzig, el doctor Schreber llamó la atención sobre la malnutrición y la desnutrición infantil en las clases obreras. Además, acorde a los tiempos que corrían, manifestó  otra preocupación típica de la época… resaltó la importancia de que niños y niñas pudieran ejercitarse en espacios verdes, abiertos y bien oxigenados.

Obviamente el señor Schreber no descubrió la pólvora. Por la misma época movimientos similares comenzaron a surgir en otros lugares de Alemania (que aún no era Alemania propiamente dicha) y de Europa. Socialdemócratas, socialistas, algún que otro rico filántropo y algunos sacerdotes aquí y allá empezaron a impulsar la creación de jardines y huertas comunitarias. La idea era ofrecer a las familias pobres la posibilidad de producir algunas verduras para enriquecer su dieta y proveer a los niños de un espacio al aire libre donde jugar y hacer otras actividades.
En Sajonia el movimiento que inició el doctor Schreber (y que llevó su nombre) alcanzó un momento de gran popularidad alrededor de 1860. Poco después el gobierno decidió darle luz verde (y carácter oficial) al proyecto.
Desde entonces los pequeños jardines han formado parte del paisaje urbano alemán. La idea es simple y a los/as alemanes/as les encanta. Es que un Schrebegarten es algo simple. Es como alquilar una pequeña parcela destinada a ser una jardín/huerta. Muchas de estas parcelas forman parte de una asociación o comunidad. Un gran terreno con muchas de estas parcelas loteadas. No se trata de grandes extensiones. Normalmente tienen una superficie que oscila entre 100m2 y –excepcionalmente- 800m2. De la superficie total hay una parte del lote destinada a árboles (normalmente frutales que no pueden ser muy altos para no dar sombra a otros vecinos) plantas y flores, huerta y una pequeña casita o quincho donde la familia puede quedarse a dormir durante los fines de semana. Como esto es Alemania, el estado garantiza que los jardines tengan un costo realmente bajo y que cualquiera pueda acceder a ellos. De nuevo, como esto es Alemania, los jardines están sumamente regulados; hay porcentajes del terreno que deben usarse para huerta, plantación, flores, césped y quincho. Hay alturas máximas estipuladas para los árboles (¡y los quinchos!) y hay horas de trabajo en espacios comunes que cada miembro de la asociación debe donar al año. Es más, si la persona no quiere trabajar en el mantenimiento de los espacios comunes, también está estipulado cuánto debe pagar para librarse de la obligación.
Más allá de lo intrínsecamente germano de pensar tu jardín como porcentajes de zonas de cultivo, zonas de plantas y zonas de césped, hay que reconocer que la normativa cumple con su función. Muchas personas de Dresden (donde los pequeños jardines son particularmente populares) y de Alemania en general que viven en departamentos pueden disfrutar de su pequeño espacio verde por una cifra irrisoria, cultivar verduras, proveerse de ciertas frutas y disfrutar de su rinconcito al aire libre. Y todo sabiendo que ninguna constructora puede venir y arrasar con otros jardines ya que no está permitido transformar las Gartenverein en condominios, torres de departamentos o pajareras de monoambientes. Básicamente los terrenos de los Schrebergärtner no se pueden convertir en nada más que no sea, precisamente, lo que es, un pequeño jardín en una comunidad de pequeños jardines.
¿Será por eso que funcionan y son populares? No lo sé. Pero están. Están, existen y los hay aquí y allá, junto a rutas y vías, cerca de ríos y parques, en las afueras de la ciudad y a veces en lo que hace años serían las afueras y hoy ya no lo son tanto. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante historia. Me encantó saber de algo tan diferente. ¿Están verdaderamente "al alcance" de la vista? ¿Cómo diste con esto? Es el tipo de detalle que, se me ocurre, lleva mucho tiempo percibir.

Historia de Segundo año dijo...

Están a la vista. Super a la vista. Y es algo de lo que la gente de Alemania, o al menos de Sajonia, habla bastante. Suelen estar muy orgulloso s de los jardines. Y hay muchísimos. Realmente.