Cuando sacamos los pasajes nos pareció que una semana en Bélgica y Holanda era una buena cantidad de tiempo. Al menos a mí me pareció que si bien hubiese sido lindo tener unos días más, con una mano en el corazón, tampoco estaba estaba mal. Ámsterdam y Brujas eran las visitas obligadas, Bruselas opcional y el resto habría que verlo. A los tres veinte minutos de haber empezado a ver qué íbamos a hacer por allí, nuestra semanita empezó a parecer un tiempo bastante miserable amarrete y luego de un día ya había que empezar a deshacerse de destinos y posibilidades. Claro que no siempre es fácil. ¿De qué nos deshacemos? ¿De Amberes? ¿de Gante? ¿Gouda?
Luego de mucho googlear, mirar, revisar, recalcular (y unos cuántos verbos más) quedó claro que Gante (o Ghent, para los locales) se quedaba en la lista. Y menos mal. Sólo hubo un detalle del que nos enteramos cuando llegamos a nuestro hostel. ¿Vienen por el festival? ¿Mmmm? El festival que tiene lugar esta semana. Ehhhh, no... Bueno, no se lo pueden perder. Hay bandas, desfile, música, puestos de comida, de todo. Digamos que puede pasar y que ya sabíamos que algún evento iba a haber pero no nos imaginamos la magnitud. Por suerte, nos las arreglamos para que buena parte de las fotos esquivaran las masas de belgas -y afines- que le daban sin descanso a la cerveza, el waffle y la papa frita.
Pero bueno, basta ya de preámbulo y arranquemos con Gante, que para eso está esta entrada... Allá
lejos y hace tiempo en el año 650, San Amando de Maastricht (¿alguien lo conoce
de algún lado?), fundó dos abadías en una aldea perdida en Flandes, las abadías
de San Pedro y de San Bavón. En los alrededores de las abadías pronto empezaron
a establecerse casas y comercios y el
pueblo empezó a tomar forma.
En
los años 851 y 879 la ciudad fue atacada por vikingos, ¡sí, vikingos! y más
tarde cayó en la órbita de los Condes de Flandes. ¿De dónde? De Flandes, la región belga de habla flamenca. Los condes hicieron lo suyo, empezando por lo que más gusta a los nobles, construir un castillo. Afortunadamente para Gante (y nosotros) se trata de uno de los castillos medievales ubicados en el centro de una ciudad mejor conservados.
Sin embargo a partir del
siglo XI la cosa se puso más interesante. Gante se convirtió en una especie de
ciudad-estado y para el siglo XIII era la segundad ciudad más grande al norte de los Alpes, después de París.
No sé que tienen los europeos con esto de “al norte” o “al sur “de los Alpes
pero es una referencia que aparece una y otra vez.
Por
sorprendente que sea, Gante era más grande que Londres, Moscú, Colonia o
cualquiera de las ciudades alemanas de la época. De esta época datan la torre
del campanario, la catedral de San Bavón y la iglesia de San Nicolás. Hoy sus
torres todavía forman el paisaje característico de la parte de la ciudad.
La catedral de Gante. El árbol esconde los andamios que cubrían la mitad de la torre. |
La iglesia de San Matías |
Los
alrededores pantanosos de la ciudad pronto se poblaron de ovejas y los
habitantes de Gante se dedicaron a la producción de lana al punto de que sus
tejidos ganaron renombre en Flandes y toda Europa.
Pronto
la lana producida en la región dejó de ser suficiente para la demanda de los
hilanderos y tejedores (¡y tejedoras!) del lugar. El comercio se intensificó y
comenzó a llegar materia prima desde Inglaterra y Escocia. Me siento como si
estuviera, una vez más, en la cátedra de Historia Contemporánea de la facultad.
(¿Pero dónde está Dolores?) Volviendo al tema, por esa época, en Inglaterra
tenía lugar el proceso de cercamientos,
a través del cual los nobles se iban apropiando de las tierras comunales,
aquellas en la que Robin Hood se había escondido, para enriquecerse vendiendo
lana. La ganadería de exportación reemplazaba a la agricultura de subsistencia
y se comenzaban a amasar las primeras fortunas producto de exportarle lana a
Flandes.
Los canales, una parte importante del comercio en la ciudad. Abundan aunque no tanto como las bicicletas |
Dejando
la clase de historia inglesa un poco de lado, en Gante esto impulsó un temprano
y reducido proceso de industrialización que, por lo acotado que fue no llegó a
tener la influencia que más tarde tendría en Inglaterra.
3 comentarios:
¡Qué lugar hermoso!
La verdad es que sí. Al principio incluimos Gante en la un poco con la idea de "ya que tenemos tiempo y podemos, por qué no..." pero, definitivamente, vale la pena.
:)
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