Si le hacemos caso a la página de la ciudad de Salzburgo,
entonces la fortaleza de HohenSalzburg -léase, el castillo que corona la colina a cuyos pies se encuentra el centro
histórico de la ciudad- es una de las mayores fortalezas europeas
preservada en su totalidad.
La primera capa de esta cebolla defensiva data del año 1077. Por
entonces el arzobispo de turno decidió que no le vendría mal tener un lugar
donde guarecerse en caso de que las cosas se pusieran feas. Y su olfato no
fallaba. Por la época se disputaba lo que se llamó la querella de las
investiduras. ¿Qué lo qué? Básicamente el Emperador Romano Germánico y el Papa
peleaban para ver quién nombraba a los obispos que ejercían funciones feudales.
Obviamente, cada uno de ellos quería quedarse con este poder y el cargo de arzobispo de
Salzburgo era un buen ejemplo de este conflicto. Debía responder al Papa en tanto Obispo pero al Emperador en tanto señor feudal...
De allí en más y comienzos del siglo XVI cada arzobispo (y
posteriormente, cada príncipe- obispo) decidió asegurarse el buen sueño
agregando muros, torres, armerías y atalayas. Y, claro, alguna que otra
mazmorra también.
Hay que reconocer que la previsión no les falló. Hasta las
guerras napoleónicas la fortaleza fue considerada inexpugnable y resistió
exitosamente, todos lo intentos habidos y por haber de tomarla por la fuerza.
1 comentario:
¡Qué paisajes! (en todas direcciones)
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