Como tantas otras ciudades, Munich no tiene un día exacto de fundación. Hay un año que es el que se presupone en que
la ciudad nació pero, a ciencia cierta, nada se sabe. Si se supone que fue
fundada en esa época es solamente porque es la primera vez que aparece
mencionada. No es un argumento infalible pero, a falta de leyenda y carbono 14,
es lo que hay…
Así las cosas, tomaremos por cierto el
año 1158 como el de su fundación. Por
suerte el origen de su no esconde ningún misterio. La ciudad surgió junto a un
puente que se hizo para cruzar el río Isar muy cerca de donde se encontraba un
monasterio de monjes benedictinos. La ciudad surgió allí, junto a los monjes.
De hecho, Munichen significaba, precisamente, eso, donde los monjes, en el lugar
de los monjes o … bueno, la idea se entiende. De ahí que el escudo de la
ciudad sea un monje.
Desde allí parece que la ciudad hizo
una rápida carrera que la llevó en menos de cien años a transformarse en la
capital del ducado de Baviera. No está nada mal para un poblado que nació a la
vera de un monasterio junto al que, de casualidad, hicieron un puente.
Si la suerte de Viena estuvo bastante
atada a la de los Habsburgo y la de Dresden a los Wettin, la historia de
München -como se llama en alemán- se encuentra vinculada a la de los
Wiettelsbach, duques de Baviera desde el año 1180. Convertirse en capital ducal
implicó para el pequeño pueblo un salto importante. Y cuando el Duque Ludovico
IV (acepta la variable de Luis) de Baviera fue elegido emperador, la ciudad
vivió un primer período de esplendor que se extendió gracias a su posición
estratégica en la ruta de la sal.
Este período de bonanza se extendió
hasta el siglo XV, con la ampliación de la
municipalidad y la construcción de la Frauenkirche, actual catedral de
la ciudad y uno de sus símbolos más famosos. Obviamente, había una parte de la
iglesia tras los andamios…
La municipalidad vieja |
Las torres de la Frauenkirche |
Al parecer los Wiettelsbach fueron
siempre casi tan católicos como los Habsburgo, así que la ciudad se convirtió
en uno de los mayores centros de la contrarreforma, además de ser un nido de
iglesias, capillas y basílicas.
Como buenos gobernantes, con el tiempo
los duques comenzaron a sentir que su antiguo castillo iba quedando un poco
anticuado y que resultaba poco apropiado para una familia que decía ser
descendiente del mismísimo Hércules y hasta de Carlomagno.
Uno de los tantísimos patios del palacio |
Más allá de las pretensiones
heráldicas, lo que sí tenían los Wiettelsbach eran ambiciones políticas. Y nada
mejor que una nueva residencia para mostrar su posición, estatus y riqueza. Así
nació el palacio urbano de la ciudad.
Con el tiempo cada nuevo gobernante
quiso participar de la fiebre constructora, por lo que la residencia fue
sucesivamente ampliada y remodelada, llegando a ser uno de los más grandes y
extensos de Europa.
Todo un símbolo de la ciudad, la municipalidad con su torre ¡y una invasión de geranios! |
En el siglo XVIII los duques de Baviera
fueron nombrados, además, Electores. Eso quiere decir que entraron al selecto
club (Hay que decirlo, para la época, cada vez menos selecto) de nobles
alemanes que elegían al emperador romano germánico. Es cierto que eso elevó el
estatus de la ciudad y el prestigio de los Wiettelsbach, pero aparecer en el
tablero geopolítico alemán significaba también ser más propenso a sitios, tomas
y saqueos. Por esa razón se reforzaron las murallas y las torres que protegían
los accesos a la ciudad.
De todos modos parece que no fue
suficiente. En 1632 la ciudad fue ocupada por Suecia durante la guerra de los
treinta años, y en 1704 y 1742 por los austriacos.
Ya no hará falta que lo recuerde pero,
Napoleón mediante, en 1806 Baviera se convirtió en reino, y Munich en su
capital. Para Munich significó un nuevo período de crecimiento. En el congreso
de Viena a los bávaros les fue relativamente bien y lograron conservar unos
cuántos territorios que habían obtenido en el transcurso de las guerras
napoleónicas. Como resultado Baviera quedó en un estatus intermedio, algo
similar a la posición de Sajonia. No era Prusia o Austria, las grandes
potencias del mundio germánico, pero tampoco era un estado ignoto como el
ducado de Oldenburgo, la ciudad hanseástica de Rostock o un margraviato casi
desconocido (con el perdón de las entelequias mencionadas).
De este período datan el Palacio de
Justicia, el Teatro, la cancillería, al igual que en Viena y en tantas otras
ciudades, las anchas avenidas y grandes edificios que reemplazaron a las viejas
murallas de la ciudad cuando se decidió derrumbarlas por ser obsoletas.
El palacio de Justicia del estado de Baviera. Abajo a la izquierda la cervecería, escenario del golpe de estado de 1924. A la derecha, la cancillería de Baviera |
De la misma época datan el actual
edificio del Parlamento bávaro, además de la columna de la Paz, el Museo
Nacional Bávaro y una larga serie de edificios neoclásicos destinados a albergar las más diversas colecciones de arte y antigüedades.
El parlamento bávaro |
3 comentarios:
Las fotos hablan: una ciudad con esas construcciones vastas, magníficas, enormes, monumentales, impresionantes, deslumbrantes, gigantes, elevadas....; no puede prescindir de mucha historia. Me encantó.
Saludos
Y sí, Munich tiene y bastante. De hecho, una de las cosas más difíciles de escribir sobre ciudades es decidir qué contar y que no. Y siempre es más lo que queda fuera que lo que sale en el blog...
Eso me imagino, aunque, como lectora, me gusta pensar que están contando lo mejor de todo. Es una tarea mucho más simple la que se hace de este lado.
:)
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