Quizás
por cierta tendencia hacia el consumo (relativamente desmedido) que
tienen germanos y germanas, hay una serie de negocios que tienden a
adoptar formato de todo
x 2 pesos, supermercado
o, llegado el caso, de tienda
al
mejor estilo Falabella.
Hay
dos o tres cadenas de negocios de todo por un euro (o afines), dos
cadenas de supermercados deperfumería
(que tienen exactamente los mismos productos a, más o menos, el
mismo precio), zapaterías que tienen esta estética supermercadista
y dos o tres lugares con productos y cosas de decoración.
De
estos últimos se trata, precisamente, esta entrada. Con casi dos
años de residencia en Alemania (¿ya? sí) hemos comenzado a notar
cierta periodicidad de recambio en las cosas que ofrecen. Normalmente
estos negocios tienen una parte que está todo el año (velas,
tiradores de cerámica, vajilla, decoración de cumpleaños) y una
sección aún mayor de productos de decoración estacional. Sí, acá
muchas personas (hay excepciones) decoran sus casas en función del
almanaque. El ejemplo más claro es Navidad. Desde septiembre
(¡septiembre, por favor!) estas tiendas comienzan a llenarse de
árboles, Papá Noel(es), velas, estrellas, bolas, lucecitas y todo
lo que se te ocurra. Para mediados de octubre las mesas y estantes
con productos de Navidad han conquistado más de dos tercios del
total del negocio. Para principios de noviembre la tendencia continúa
pero en el sector de ofertas y saldos ya podés conseguir las
primeras cosas de navidad con precios rebajados porque esto es
Alemania y no te pueden vender desde fines de septiembre hasta
diciembre las mismas cosas. A falta de renovación del público,
deben renovar el stock.
Más
allá de lo delirante de comenzar a vender decoración de Navidad a
finales de septiembre hay otra cuestión. Porque, cuando termina el
circo
la parafernalia navideña y los Papá Noel, las estrellas y las bolas
salen de escena, hace su entrada triunfal la decoración de invierno.
En enero y en febrero también hay que decorar. Y ¡horror! no se
pueden usar los motivos navideños. Quizás con excepción de renos,
alces y ciervos, el resto del cotillón navideño desaparece y entran
los motivos de nieve, almohadones de piel, mantas, pingüinos, osos
polares y un sinfín de elementos que hacen pensar en el mundo
escandinavo (con excepción de los pingüinos, claro).
Para
cuando ya estamos todos clamando por la llegada de la primavera,
cansados del frío y de la oscuridad -pero aún lejos de que las
primeras flores comiencen a aparecer- llega la floración plástica.
Los negocios de decoración se deshacen de los osos polares y
compañía y aparecen tulipanes, narcisos y otras flores de estación
en sus formatos real y artificial (en las más diversas gamas de
calidad). Los almohadones dejan de tener motivos escandinavos o de
nieve y todo comienza a llenarse de flores y pajaritos. Pareciera que
todo se vuelve verde con blanco, rosa o amarillo, colores que dan una
sensación más primaveral que el combo blanco-negro-gris del diseño
nórdico o el blanco-rojo oscuro-azul.
Para
mediados de marzo la decoración de primavera debe ceder algunos de
los espacios que ha ganado. Dentro de un mes será Pascuas. Así que
los huevos (en infinidad de variantes, tamaños y motivos) hacen su
ingreso. Huevos para colgar (se usa decorar los árboles en los
jardines o macetas), huevos de cerámica para poner sobre la mesita
ratona, almohadones ovalados, huevos pintados, portamacetas con forma
de huevo. Lo que sea. También llegan los pollitos y los conejos.
Estos últimos, al por mayor. Conejos de cerámica, de porcelana, de
peluche, de madera, de lo que te imagines.
Pasada
la pascua hay un nuevo interregno primaveral con más flores
artificiales, vajilla con flores, sets de camping, canastas de picnic
y demases. Claro que ahora todo esto viene con otras flores
estampadas. De los tulipanes y narcisos ya nada queda.
Para cuando
vamos promediando mayo ya tenemos los primeros elementos veraniegos.
Principalmente, con motivos playeros y náuticos: barcos, anclas,
delfines, caracoles, estrellas de mar, veleros, reposeras, lonas.
Este verano, hasta flamencos... sí, cual si estuviéramos en Miami.
Más
allá del rosa de los flamencos, pareciera que los colores veraniegos
son el azul, el celeste, el blanco… (demasiado, si me consultan,
aunque está claro que nadie lo hace). A veces me pregunto si alguien
efectivamente comprará anclas de madera de 50 cm de alto para
decorar su living, si usarán un velero como centro de mesa en los
meses de verano o si alguien regalará veladores con forma de faro.
La cuestión es que ahí están y ocupan, nuevamente, más de la
mitad del negocio.
Con
la decoración de verano suele ocurrir lo mismo que con la de
Navidad. Por ser un período más largo suele haber renovación de
stock, por lo que cambian ligeramente los motivos pero siempre se
mantienen dentro del área hasta que a fines del verano comienzan a
aparecer las primeras cosas con frutas. Es el preludio del otoño: la
época de la cosecha. Aparecen zapallos y calabazas (reales y
artificiales), bellotas, piñas, frutas de plástico y apenas unas
semanas después comienzan a llegar los productos de madera (árboles
sin hojas, ardillas, zorros). Los almohadones, servilletas, manteles
y afines ahora vienen con tonos rojizos, ocres y marrones. Hojas
secas (como siempre, en su variante real y de plástico), hongos,
corteza de árboles, animales hechos con ramas y pinocha. Lo que se
te ocurra. Si te hace pensar en el otoño, seguro que lo venden.
Para
la segunda renovación de stock seguramente habrán entrado
calladitos los primeros pinos y hojas de muérdago. El círculo está
completo. El calendario marca que un año ha pasado y que pronto la
decoración de navidad comenzará su lenta pero inexorable conquista
de las mesas y estantes. El ciclo vuelve a empezar.
Desde
nuestra perspectiva parece casi un
disparate
una locura pensar en tener una (o más) caja(s) de decoración que
vamos cambiando a lo largo del año. Con la excepción de Navidad (y
ésta con mis reservas) no puedo imaginar una decoración estacional.
Pero por estas tierras el consumo es el consumo. No para todos/as
obviamente porque conocemos alemanes/as que no cambian su casa ante
cada estación pero sí para unos cuantos/as.