jueves, 5 de octubre de 2017

Las delicias de la Moravia profunda. Parte II

Un tema no menor a la hora de viajar por Moravia es el de la infraestructura de transporte. Y no me refiero a que algunos trenes sean viejos, estén desvencijados y haya estaciones sin andenes donde subís y bajás al tren desde el pasto. Todo eso es real. Y seguramente para alguien que viaja con un cochecito, muletas, andador o silla de ruedas sean obstáculos difíciles de sortear. En comparación con la infraestructura germana donde buena parte del sistema de transporte está pensado en términos bastante inclusivos, resulta todo un cambio. Claro que desde la perspectiva argentina es casi como sentirse en casa. Hay locomotoras diesel, trenes altos como el Roca previo a la electrificación y estaciones que son básicamente un cartel en el medio de un pastizal. No hay andenes ni plataformas. Quizás, un edificio abandonado.

Sin embargo, buena parte de la infraestructura tranviaria de Moravia está siendo renovada y/o modernizada. Mal que le pese al gobierno checo, en gran medida, gracias los subsidios de la Unión europea. Para los/as habitantes de la región son excelentes noticias, obviamente. Para nosotros, no tanto... ¿por qué? Porque eso significa que podés subirte al tren en el punto A, luego, durante elviaje, te avisan (en checo) que tenés que bajarte en la estación B (que no es tu destino), ahí te tenés que subir a un bondi que te lleva al punto C y de ahí volvés a tomarte otro tren. Todo en checo. Se ve que para los locales el proceso es bastante habitual. En Roma hay que hacer como los romanos. Y en Moravia, como los/as moravos/As... Ante estas situaciones siempre reaccionamos del mismo modo: nos dejamos llevar por el instinto ovino y seguimos al rebaño.

Es cierto que sabíamos que esta situación existía pero no sabíamos entre qué estaciones podía ocurrir. Puede variar cada día y las interrupciones que experimentás a la ida no necesariamente coincidan con las de la vuelta.

Nuestra primera excursión en tren comenzó con la aventura de descifrar en qué colectivo teníamos que subirnos antes de llegar al tren. Al vendernos los pasajes la señora de la boletería de la estación fue clara: No train. Bus. 20 meters. Station. Con las manos nos hizo las señas correspondientes para hacernos entender en qué dirección teníamos que ir para encontrar el colectivo.

A doscientos metros de la estación de trenes de Brno se encuentra la terminal de ómnibus. ¿Partiría de ahí el colectivo? ¿Habrá confundido veinte con doscientos? Vamos, miramos, pero no hay nada que parezca ser un colectivo que reemplaza a un tren. Volvemos a la estación. Miramos. Caminamos lo que suponemos serán 20 metros. Hay tres o cuatro colectivos blancos. Ninguno dice nada que se parezca al número de nuestro tren, pero la empresa es la misma. Los colectivos están parados frente a unos carteles que, luego de mirarlos con (mucha) buena voluntad parecen indicar que son reemplazos del tren. Elegimos uno. El chófer no habla inglés. Entonces le muestro el pasaje y le señalo el colectivo. Dice algo en checo. Claro, no hablo checo, le respondo en inglés. Seguramente él tampoco me entiende. De nuevo, recurrimos a las señas hasta que entendemos que sí, que es ése el micro. Algo es algo. Por lo menos podemos empezar el viaje. 

A la hora señalada el colectivo arranca (es una buena señal) y nos lleva a través de la Moravia profunda hasta un pueblo cuyo nombre desconocemos absolutamente. Allí la gente se baja. Por imitación hacemos lo mismo. No sólo nos bajamos, sino que también seguimos la fila en dirección al andén al que todos/as van. Si hacia allí se dirigen por algo deberá ser. Se suben a un tren, nos subimos al tren. Es un tren de hace por lo menos cuarenta o cincuenta años. Nos sentimos casi como en Argentina, viajando en el tren que va a Tucumán...

Aún no sabemos si estamos en el tren correcto o no. Si vamos en la dirección correcta o no. Tengo anotado el nombre del lugar (y la hora) en el que nos tenemos que bajar para esperar quince o viente minutos y tomarnos otro tren que nos lleve a Telc. Al menos por ahora no hemos visto el nombre del pueblo. Cruzo los dedos y espero que en algún momento aparezca. 

Por lo pronto, el que aparece es el guarda que (supongo) nos saluda en checo. Le sonreímos a modo de saludo y cuando le damos nuestros boletos empieza a hablar, obviamente, en checo. Lo miramos con cara de carnero degollado y le explicamos (en inglés) que no hablamos checo. Nos sonrié, dice un par más de cosas (en checo) y se retira. 

Algunas paradas más tarde respiro aliviado. Llegamos a la estación intermedia. Estación es una forma de decir. Bajamos del tren al pasto y cruzamos por entre las vías hasta el anden al que llegará el tren que debe llevarnos a Telc. No es terrible. Unos minutos más tarde llega. Casi en horario. La formación es pequeña y super moderna. Media hora más tarde llegamos a nuestro primer destino. Nuevamente, respiro aliviado. Al menos la primera parte de la travesía ha concluido y llegamos a donde queríamos llegar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Braáavo, bravo, bravo, bravísimo , bravo...

Anónimo dijo...

¿Probaron incursionar en el uso del Google Translate? Por supuesto que nos perderíamos de estas divertidísimas entradas del blog pero Uds no tendrían que sufrir tanto.

Nicolás dijo...

EL problema es que cuando estamos interactuando con alguien cara-a-cara no lo podemos usar :-( No tenemos internet en el teléfono y -en general- si bien llegamos preparados a cada lugar, no sé si nos dará para tanto como para ir con un libreto de lo que tenemos que decir, aunque pensándolo bien, no estaría tan mal...