Ya
lo dije alguna vez. Bueno, está bien, muchas veces. A los/as
alemanes/as les gusta planificar. Con tiempo. Mucho tiempo. A esta
altura ya no sé si les gusta o no pero, básicamente, parece que a
la gran mayoría no le queda más alternativa que hacerlo. Aunque más no sea para poder seguirle el ritmo al resto.
Cuando empecé a trabajar en más de dos escuelas y a tener horarios variables que se acuerdan de una clase a la otra me vi obligado a incorporar una agenda a mi vida. Al principio era una simple libretita en la que iba anotando las cosas. A medida que la situación se complejizaba y los horarios se hacían más variables -Diego mediante- no me quedó más opción que comenzar a llevar una agenda. Una agenda de verdad.
Como me he dado cuenta de que -además de andar con un Nokia de la década pasada- siento una aversión moderada a la tecnologías emanadas de la telefonía celular, mi agenda es de papel. Demodé, lo sé. A esta altura sorprendería más que anduviera con algún gadget mágico que me organizara la vida, que me indicara qué bondi me conviene tomar para ir a qué lugar y me diera instrucciones con voz de española sexy. Tome el autobús 62. Baje en la estación X. Camine dos cuadrea, doble a la derecha. Camine 20 metros. Toque timbre. Espere. Entre y dé su clase de español hasta las 17.30.
La cuestión es que de papel y todo, llena de papelitos por todos lados, la agenda hizo su entrada triunfal en mi cotidianeidad. Y con ella, las obligaciones. Porque si se tiene agenda es para completarla.
Durante marzo y abril la usé con ganas. Para cuando llegaron mayo y junio la agenda ya pedía perdón. No es que hubiera tanto para ser planificado en junio. Pero, a la vera de las vacaciones de verano, ya comienza la planificación de la segunda mitad del año. Bueno, la planificación debería de haber comenzado antes. Lo que llega en esos meses es la comunicación. ¿De qué estás hablando Willis? De que, básicamente, mis estudiantes ya saben cuando tomarán sus vacaciones de verano, de primavera y de Navidad y que, con esa información en mano podemos sentarnos a ver cuándo tomarán clases de español. Nada de lo vamos viendo cada semana. Especialmente cuando es un grupo. Y así empezamos.
Al promediar junio, luego de terminar alguna clase, nos sentamos todos/as con nuestras agendas (sean de papel o electrónicas) y empezamos... ¿está bien si después del verano retomamos las clases el día X de septiembre? No, mejor la semana siguiente. Ok. ¿Tomamos vacaciones en octubre? Sí, yo no estoy la primera semana. Yo no estoy la segunda. Yo tampoco. Ok, las dos primeras semanas de octubre son de vacaciones. ¿Alguien hace algo en noviembre? Sí, yo, pero es una semana, así que sigan ustedes sin mí. Listo. ¿Diciembre? Terminemos el 22. No, mejor el 17. Sí, el 17. Ok, el 17.
Así, un buen día de mayo me doy cuenta de que hasta fin de año ya tengo dos grupos planificados. Bueno, ellos/as tienen planificado. Yo sólo tengo planificada el área laboral. Ellos/as ya tienen coordinadas sus vacaciones, los feriados, los findes largos y las visitas navideñas. Bueno, no todos/as pero sí unos cuántos/as.
Salgo de la clase y me pongo a caminar pienso en lo loco que es organizar en junio el cronograma de clases hasta diciembre. O sea, en mi realidad, en junio siempre me tocó ver de qué me disfrazaba para llegar vivo (y en lo posible comiendo a diario) a julio. O qué cosas íbamos a poder hacer en la pitufi en los próximos dos meses.
Claro que esto es Alemania y acá las variables son otras. Entonces caigo en la cuenta. Los carteles de eventos que se publicitan en la vía pública anuncian festivales y conciertos que ocurrirán en noviembre, diciembre y enero. Y no hablo de recitales multitudinarios ni de estrellas rutilantes que pasan por el país una vez cada cinco años. En absoluto.
Ahora que miro la fecha pienso: en breve ya vamos a empezar a planificar las clases del año que viene.
2 comentarios:
¿Habrá clases durante todo el 2018?
No, no habrá clases durante el 2018, al menos no en Alemania... Pronto seguramente mis estudiantes empezarán a preguntar "entonces hasta cuándo". Lamentablemente aún desconozco la respuesta.
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