¿Te
suena Eisenach? ¿no? ¡Qué vergüenza! Bueno, en realidad, tampoco es para tanto... La verdad-verdadera es que antes de vivir aquí, a mí el nombre no me decía nada. Y si bien es cierto que el lugar no es uno de los
principales destinos turísticos de Alemania, para un fin de semana tampoco está nada
mal...
Si
hay alguna certeza acerca de los orígenes de Eisenach es,
precisamente, que no se sabe mucho. Actualmente se presume que el
pueblo se formó en torno al castillo de Wartburg, que fue
establecido en el 1067 sobre un antiguo asentamiento franco que, a su
vez, se remonta al siglo VIII. O sea, parece que los francos
estuvieron habitando la región desde el siglo VIII cuando menos.
Sobre este asentamiento los sajones construyeron un castillo y a los
pies del castillo fue creciendo el pueblo. O eso se supone. En todo
caso habrá que esperar hasta que se invente el viaje en el tiempo
para chequear la hipótesis.
Wartburg, el castillo de Eisenach
El
pueblo creció en torno a tres plazas principales: La Plaza del
mercado de los domingos, la plaza del mercado de los miércoles y la
plaza del mercado de los lunes. ¿Qué por qué había mercado dos
días seguidos? No tengo ni idea. Aunque si así se llamaban, imagino
que sería por obvias razones. De todos modos, hoy las plazas ya no
se llaman así y sólo hay una de ellas que sigue acogiendo puestos y
tiendas.
Plaza del mercado, con la iglesia principal
En
el siglo XII Eisenach se convirtió en la capital de Turingia. Por
esa época los actuales estados de Hesse y Turingia pertenecían a
una única familia que había ido conquistando territorios o, en el
mejor de los casos, los habían ido adquiriendo por vía de
matrimonio. La cuestión es que para el siglo XIII la línea
masculina se quedó sin herederos y ocurrió lo que suele ocurrir en
estos casos... Los nobles de todos los ducados, condados y margraviatos
vecinos comenzaron a desempolvar sus árboles genealógicos para ver
si podían reclamar algo. Y sí, efectivamente hubo quien adujo que
la abuela del tío del hermano de la madre del sobrino había
pertenecido a la familia. De hecho hubo dos reclamos. El de Sofía de
Hesse y el de los Wettin de Sajonia, estos últimos, viejos conocidos
nuestros.
La municipalidad, la iglesia y algunos edificios históricos
Como
siempre, las cosas se resuelven por la razón o por la
fuerza. Y como por la razón hay que sentarse, negociar, ceder e
intercambiar, bueno, más fácil por la fuerza. Fueron a la guerra y
al final se terminaron dividiendo los territorios. Una parte pequeña
quedó para Sofía y casi toda Turingia para Sajonia. De aquí en más
ambos territorios tuvieron administraciones diferentes, pero como
ambos se colgaban de los mismos árboles genealógicos los escudos de
cada región son sumamente similares.
En
la repartija Eisenach quedó del lado sajón y por algún tiempo
hasta fue residencia de los electores y todo. Pero claro, pasó de
ser la capital y principal ciudad de los lándgraves de Turingia a
ser una más de las ciudades de Sajonia y se ve que la pérdida de
estatus mucho no les gustó a los vecinos del lugar. Como resultado,
a principios del siglo XIV se rebelaron y la ciudad trató de ser
declarada ciudad libre imperial. Finalmente el ejército sajón se
encargó de que a todo el mundo le quedara claro cómo iban a ser las
cosas. Los rebeldes fueron derrotados y los Wettin decidieron quitar
a Eisenach de la lista de capitales itinerantes.
Un poco más tarde, a finales del siglo XV y principios del XVI un viejo conocido de la
zona anduvo por Eisenach, un tal Martín Lutero. Por aquella época era un ilustre desconocido que estudió en la escuela secundaria. Veinte
años más tarde, ya en plena Reforma y luego de haber sido
excomulgado, Lutero volvió a Eisenach, esta vez protegido por el
duque-elector de Sajonia, que lo instaló en el castillo de Wartburg
para asegurarse de que no fuera capturado por los católicos.
Wartburg, visita obligada del Lutherweg, la "ruta de Lutero". Especialmente en 2017, ya que se celebraron los quinientos años del inicio de la Reforma protestante.
Entre
1521 y 1522 Lutero vivió con otro nombre (fue algo así como un
proto testigo encubierto) en Wartburg y en el castillo tuvo lugar una
de sus mayores obras, la traducción al alemán de la Biblia. Fue la
primera traducción al alemán de un libro que, por otra parte, hasta
el momento sólo había sido leído en latín y griego, idiomas no
del todo cotidianos para la población del Sacro Imperio Romano
Germánico. Al menos no del todo cotidiano para la gente de a pie.
2 comentarios:
En dónde los encontró la Navidad? Y Año Nuevo dónde será? Do quiera... MUUUUCHA SUERTE!!!
Para Navidad estuvimos en Sevilla. Año nuevo nos encontrará en Lisboa. Creo que no nos podemos quejar... ¡Gracias e igualmente!
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