lunes, 4 de diciembre de 2017

La vuelta a España en veinte minutos

Desde mediados del siglo XIX y hasta comienzos del siglo XX hubo en Europa (y en menor medida en Estados Unidos) un auténtico furor por las Exposiciones Universales y Exposiciones Internacionales. A estas muestras y exposiciones debemos, entre otras obras, la torre Eiffel y el Museo d’ Orsay de París y el arco del triunfo de Barcelona.

Con nombres que hacían gala de grandilocuencia y pretensión (Exposición Universal, Feria Mundial, Exposición Internacional o lo que fuere) estos encuentros dotaron a muchas ciudades europeas de parques, paseos y monumentos. En el caso de Barcelona, además, enmarcan el período modernista, un período de auge y crecimiento en la ciudad que se extendió por cerca de cincuenta años.

Uno de los escenarios elegidos para la exposición internacional de Barcelona fue Montjuic, donde se construyó el recinto ferial que hoy ocupa el Museo Nacional de Cataluña.
Muy cerquita de ahí se encuentra el Poble Espanyol, una suerte de bis abuelo de los parques temáticos al estilo Walt Disney donde se trató de representar en un pueblo los diferentes estilos de arquitectura tradicionales de España.
La idea era construir un pueblo donde hubiera elementos típicos de otros pueblos del país y que los/as visitanes pudieran hacerse una imagen general de la vida en España.
El Poble cuenta con réplicas de casas, conventos, iglesias y edificios varios de distintos pueblos y ciudades de toda la península. Dar una vuelta por sus calles es casi como recorrer en veinte minutos una parte de España. No sabemos si es la mejor parte o no, pero es una parte de todos modos. Habrá que seguir recorriendo el país para averiguarlo.
Plaza de Andalucía, con todos los sellos de la región: edificios blancos, macetas al por mayor, árboles de naranja y flamenco.

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