Desde mediados del siglo XIX y
hasta comienzos del siglo XX hubo en Europa (y en menor medida en Estados
Unidos) un auténtico furor por las Exposiciones Universales y Exposiciones
Internacionales. A estas muestras y exposiciones debemos, entre otras obras, la
torre Eiffel y el Museo d’ Orsay de París y el arco del triunfo de Barcelona.
Con nombres que hacían gala de
grandilocuencia y pretensión (Exposición Universal, Feria Mundial, Exposición
Internacional o lo que fuere) estos encuentros dotaron a muchas ciudades
europeas de parques, paseos y monumentos. En el caso de Barcelona, además,
enmarcan el período modernista, un período de auge y crecimiento en la ciudad
que se extendió por cerca de cincuenta años.
Uno de los escenarios elegidos
para la exposición internacional de Barcelona fue Montjuic, donde se construyó
el recinto ferial que hoy ocupa el Museo Nacional de Cataluña.
Muy cerquita de ahí se encuentra
el Poble Espanyol, una suerte de bis
abuelo de los parques temáticos al estilo Walt Disney donde se trató de
representar en un pueblo los diferentes estilos de arquitectura tradicionales
de España.
La idea era construir un pueblo
donde hubiera elementos típicos de otros pueblos del país y que los/as
visitanes pudieran hacerse una imagen general de la vida en España.
El Poble cuenta con réplicas de casas, conventos, iglesias y edificios
varios de distintos pueblos y ciudades de toda la península. Dar una vuelta por
sus calles es casi como recorrer en veinte minutos una parte de España. No
sabemos si es la mejor parte o no, pero es una parte de todos modos. Habrá que
seguir recorriendo el país para averiguarlo.
Plaza de Andalucía, con todos los sellos de la región: edificios blancos, macetas al por mayor, árboles de naranja y flamenco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario