LETRA P
Pasaporte
¿Estás
en un país europeo y vas a ir a otro? Hay que llevar pasaporte. Sí,
ya sé… la Unión Europea, el libre tránsito, el acuerdo Schengen
y la mar en coche. Pero no. En tiempos de crisis de refugiados y
controles antiterroristas, cruzar una frontera es como jugar a la
ruleta. Puede ser que pases e Suiza a Alemania con una camioneta
llena de muebles y que nadie te pare o puede ser que de Dresden a
Praga te paren dos veces para controlar los documentos. Todo es
posible. Y si tenés un permiso de residencia alemán, bueno, igual
hay que llevar pasaporte. Para colmo, cada autoridad tiene su
librito. Al policía checo no le importa que tengas permiso de
residencia alemán, él quiere ver el pasaporte. Quizás dos días
después pasaste a Suiza y para comprar un pase de tren te alcanzó
con el permiso, bueno, no hay que cantar victoria. Para la que
controla pasaportes en el aeropuerto de Basilea es necesario
mostrarle las dos cosas y si le das sólo el pasaporte te ladra. “Si
vive en Alemania es evidente que tiene que mostrarme también el
permiso alemán”. Señora, sí señora.
Pases
(de museos y castillos)
A
pesar de que las entradas a los museos importantes más famosos no
suelen ser especialmente caras (y de hecho en Londres muchos son
gratuitos), cuando empezás a sumar, todo cuenta. Por eso, en muchos
casos es siempre convenientes ver cuáles son las ofertas de combos.
Por ejemplo en Berlín te cuesta (muchísimo) menos comprar el pase
diario para la isla de los museos o el ticket que incluye
todos palacios de Potsdam que ir pagando uno a uno. Lo mismo en
Viena. Otras veces puede que la opción más conveniente sean los
pases o tarjetas de la ciudad, que combinan entradas gratis,
otras con descuentos y transporte. Sin embargo, si te manejás a pie
o no pensás visitar seis museos en tres días, quizás no sean la
mejor opción. Hay que ver en cada caso.
Perfume
Fragancia
con la que muchos/as europeos/as tratan de tapar sus olores naturales
producidos por la acumulación de sudor y/o falta de aseo. Ver
olores.
Pizza
Alimento
salvador que existe en todos los países europeos, se llama del mismo
modo en (casi) todos los idiomas y es, por lo general, relativamente
económico. En general suelen tener un diámetro de 33 cm (estándar)
y ser notablemente más finas que en Argentina, por lo cual suele
estipularse su consumo en una por persona. Eventualmente
pueden consumirse dos entre tres personas pero no es de lo más
habitual. De más está decir que si no entendés ni mu
del menú, al menos sabés qué esperar cuando te traigan la comida.
Placas
Aquí
vivió Goethe. Allí estuvo Schiller. En esta escuela estudió
Einstein. En esta casa nació Wagner. Las ciudades europeas están
llenas de edificios donde hay placas que indican algún evento
histórico relevante o curioso. A veces se trata de casas natales, de
lugares donde vivieron o en los que, llegado el caso, se alojaron
algunos de los popes (y no tanto) de la historia. En ocasiones se
trata sólo de lugares en los que estuvieron alojados tres días O
menos. En los casos de Napoleón, Goethe y Schiller, la industria de
la placa alcanza niveles insospechados, ya que por distintos motivos
los tres anduvieron yirando de lo lindo por esta parte del
continente.
Pommes
(frites)
Las
viejas y queridas papas fritas. Pomme de terre (manzana de tierra, en
francés) es el nombre que se usa en el mundo francoparlante (y en
Bélgica en general) para las papas. De ahí a Pommes frites no hay
gran misterio. Como los belgas las inventaron –o al menos eso
dicen- casi patentaron el nombre. ¡Hasta los alemanes le dicen así
a las papas fritas! Son, sin lugar a dudas, la guarnición por
excelencia del mundo germánico en general e incluso en Francia se
las encuentra por todos lados. Lo más probable es que comer barato
sin que te encajen pommes te resulte casi imposible.
Polskibus
Pesadilla
del transporte de larga distancia. Polskibus es una empresa de
transporte interurbano de pasajeros de Polonia que si por algo es
famosa es por el inexistente espacio entre asiento y asiento. Y no es
sólo que Diego haya viajado incómodo. Incluso yo, que no soy
especialmente alto (ejém, sin comentarios, por favor) sentado toco
con mis rodillas el respaldo del asiento de adelante. Sobre todo debe
evitarse en viajes largos.
Praga
Capital
de la república Checa y parada obligada de casi cualquier tour por
Europa. La ciudad es ciertamente muy linda y ha salido prácticamente
ilesa de ambas guerras mundiales. Así que su fama no es inmerecida y
bien vale la pena. Lo otro que vale la pena es afinar el cuidado. Las
calles del circuito turístico de Praga son como un río de turistas
salpicado de arbolitos que aquí y allá gritan al mejor estilo de la
calle Florida change,
Euro, dollar, wechsel… Bajo
ningún concepto hay que cambiar dinero en la calle. Las leyendas
urbanas a este respecto son innumerables. También hay que estarse
atento a los vueltos, a veces las monedas de euros puede confundirse
con
las de coronas checas y zás. En muchos negocios también es posible
pagar en euros pero, chequeá bien el cambio, porque lo más probable
es que el lugar vaya a hacerse una diferencia importante y que pagar
en euros te cueste más caro de lo que hubieras querido.
Primark
Cadena
de tiendas de ropa. No tiene mucho diseño ni lleva marca o calidad.
Lo que ofrece es la otra pata de la ecuación. Precio. Con valores
absolutamente delirantes (remeras por uno, dos o tres euros,
pantalones cortos por cuatro euros) Primark es, en las ciudades en
las que está, una atracción para visitantes que compran bolsones de
ropa a precios inverosímiles. Como seguramente los costos de la ropa
son bajísimos a causa del trabajo pseudo esclavo de gente en
Bangladesh, Sri Lanka, China o Taiwan es un lugar en el que comprar
tiene sus reparos. Pero si estás en medio de una emergencia o te
encontraste con un verano heladísimo y tenés un presupuesto
acotado, no está mal.
Propina
Dícese
del dinero que se deja (en caso de estar satisfecho/a con el
servicio) en un restaurant o café. A pesar de existir en casi cada
cultura, la propina suele funcionar de modo diferente en cada lugar.
Cuentan las malas lenguas que en París en más extraña de lo que
suele creerse y que muchos/as parisinos/as suelen ser bastante
amarretes a la hora de dejarla (si es que lo hacen). En España y en
Italia (lo mismo que en Argentina) suele dejarse sobre la mesa,
después de pagar. En muchos casos puede estar compuesta por algunas
monedas que -idealmente- se acercan al 10% del total consumido aunque
también puede ser menos. Por el contrario, en el mundo germánico
suele incluirse a la hora de pagar lo consumido (incluso si pagás
con tarjeta) y tenés que informarle al mozo/a cuánto querés que te
cobre. Normalmente se encuentra en torno al 10%. Más generosas
parecen ser las propinas en Hungría, que -según cuenta la leyenda-
representan alrededor del 15% de lo consumido.
2 comentarios:
¡Muerte al Polskibus!
Jajaja... tranquilo, nunca más te van a obligar a usarlo...
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