Habiéndonos provisto con las cosas básicas para la superviviencia seguimos nuestra ruta con rumbo a la Altsatdt (Ciudad Vieja, sean altos o no sus habitantes). Desde la Estación de Trenes hasta el corazón de la Altstadt caminamos por la Prager Strasse, una calle peatonal llena de negocios y restaurantes con sombrillas al mejor estilo Puerto Madero. De hecho, como muchos de los edificios de esta calle son nuevos, semiremodelados o modernizados, hay mucha zona peatonal, hay fuentes modernosas, negocios y restaurancitos, da toda la sensación de Olga Cossentini o alguna de esas calles que pasan por Madero Este.
Como en Alemania (y en Europa en general) no existe el concepto de ciudad en damero (o sea, manzanas cuadradas de 100m x 100m) es difícil saber con exactitud cuánto se camina. De repente hay cuadras de 300 metros (o más), de repente hay una calle cada 20 metros. Suponemos que desde la estación de trenes será un trecho de medio kilómetro hasta el AltmarktPlatz (La Plaza del Viejo Mercado) que es más o menos donde empieza la parte vieja de la ciudad más... mmm... "escénica", o sea, donde está la mayoría de los edificios emblemáticos.
Para nuestra sorpresa la plaza estaba que estallaba; puestos, gente yendo de un lado al otro, músicos. Salvo perros hurgando en la basura -y basura- había de todo. Al parecer se trataba del "Mercado de Otoño" (O sea, no da que vaya escribiendo toooooodo en alemán con traducción al español entre paréntesis, ustedes sabrán disculpar). Y como "en Roma hay que hacer como los romanos" nos armamos con sendos schnitzel mit brötchen (también conocido como el sámbuche de milanesa -de cerdo-), bratwurst mit brott (a mitad de camino entre el choripán y el pancho, con el perdón de los germanos) y una cervecita (Te la sirven en vaso de vidrio, cuando lo devolvés te devuelven un par de euros). Eso no significa que sólo hubiera comida típica alemana. Había varios stands de italianos, algunos de comida húngara, comida turca, comida asiática -en unas cuántas de sus variantes- y también plantas, cosas de cerámica, flores y - oh sorpresa - mochilas de tela del altiplano, ropa importada, medias, zapatillas de imitación, lámparas simil hindúes...
Ya con la pancita llena nos lanzamos nos dedicamos a recorrer un poquitito de la Florencia del Elba. Igual la visita a fondo del centro de la ciudad iba a quedar para el día siguiente pero, por lo menos algo estuvimos chusmeteando...
La plaza del Mercado con la torre de la catedral católica.
El edificio de la "muni", otro que el centro administrativo de Onelli y Vilcapugio...
Y los aparatos...
(No me pregunten qué estaba diciendo al momento de la foto ni por qué estaba diciendo algo porque no lo sé).
Para la próxima queda el tour por la ciudad...
5 comentarios:
GÜINA la selfie!!! Los quiero!
Que lindoo 😍😍😍😍😍
No son signos de interrogación!! Son corazoncitos 😢😢
Ah chicos tranqui, no estaría costsndo la adaptación. Es hermoso!
Es que si queremos explicarle a alguien la foto que queremos que nos saca estamos un año y medio...
Jajaja, por ahora no está costando mucho adaptarse... y sí, la ciudad se ve re linda. Igual se supone que al principio uno pasa por el proceso en el que todo es maravilloso. Dicen que después de los tres meses empezás a sentir las cosas que más te molestan, las que no te gustan te empiezan a joder más. Veremos que pasa. Por ahora seguimos dispuestos a disfrutar de todo.
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